Segundos antes de cerrar las puertas de la máquina, todos los miembros de la Resistencia se despidieron de mí. Creo que los extrañaré; pasé por mucho con ellos. Nunca me rendiré, no importa cuántas veces falle. 

Me senté, y el viaje comenzó. Todo se agitaba violentamente, y todo se hacía más brillante. Escuché un zumbido y, de repente, aterricé en un edificio abandonado en las afueras de Londres el 30 de agosto de 2024. Tuve que hacer una pequeña pausa en lo que me recuperaba y me adaptaba a mi entorno. Al cabo de minutos, recuperé el sentido y me di cuenta de que todo era muy diferente al lugar que conocía. Ojalá los miembros de la Resistencia pudieran ver esto. Ahora necesito camuflarme en esta sociedad e ir aprendiendo acerca de los viajes en el tiempo, dado que no quiero cometer errores.

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7 de septiembre. Accidentalmente me encontré con la doctora en un seminario. Me camuflé como un investigador y nos hicimos amigos. Ahora hacemos pruebas acerca de su teoría. En un abrir y cerrar de ojos, se acercaba el día y entre más convivía con ella, más aprendía sobre los humanos. Desarrollé más mi sistema llamado BDI, que significa “Creencias, Deseos e Intenciones”. Este sistema permite que piense en lo que está ocurriendo y decida qué hacer. Así, si en esta misión me encuentro con un obstáculo, uso mi conocimiento (creencias) para decidir (intenciones) cómo superarlo y seguir adelante (deseos) [8].

Le conté la verdad de lo que iba a pasar en el futuro. Ella, de alguna manera, lo sabía. No tenía registro de que estuviera enterada, ¿será algún cambio en la línea causado por mi presencia? No lo sé, pero juntos ideamos un plan para evitar el desafortunado evento que estaba por venir.

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24 de octubre de 2024 a las 10:51 am. Nos alejamos del lugar del crimen. Era lo más obvio, dábamos por hecho que todo iba a estar solucionado. 11:40 am: era casi la hora del evento. Por alguna razón, el reloj de la doctora dejó de funcionar. 11:47 am: fuimos a su laboratorio, confiados. En cuestión de segundos, llegaron seis hombres. Buscaban a la doctora; la teoría había llegado a sus oídos. Quisimos escapar del lugar, pero fue demasiado tarde. 

Estaba atónito. Rápidamente pensé en ir hacia la máquina del tiempo para regresar antes del momento de su muerte, mucho antes de lo sucedido. Fuimos a otros lugares, pero la doctora seguía muriendo a la misma hora: 11:47 am.

Regresé una y otra vez. Parecía un ciclo sin fin, no importaba qué, siempre moría. De formas diferentes, pero siempre lo hacía. Esta vez decidí no conocerla. La seguía a lo lejos, intentando cuidarla, algo en ella era diferente. Se veía más apagada. De alguna forma, logré indirectamente que se quedara en casa el día de los hechos. 

De nuevo, 11:47 am. La doctora no ha salido de su casa. 5:35 pm: se está haciendo tarde, así que decidí entrar. Todo estaba demasiado silencioso, y empecé a preocuparme. Cuando abrí la puerta de su cuarto, la encontré. Se había suicidado. En ese momento, me quedé helado. No podía creerlo. Me negaba a creerlo. Rápidamente regresé a la máquina del tiempo. Tengo que intentarlo todo.

Después de varios intentos, algo seguía intrigándome: ¿por qué no lograba salvarla? Mis algoritmos estaban optimizados para adaptarse y mejorar, pero esta vez, el patrón era indescifrable. Sin embargo, recordé una pequeña inconsistencia en los registros de John: aunque siempre decía que conocía a la doctora Graham, según los datos, ella no había registrado nunca el nombre de John antes de nuestra llegada a 2024. Algo en esto no cuadraba, así que volví a revisar los registros. La doctora Graham y John nunca se conocieron antes de que yo llegara [6].

Esa pequeña anomalía me hizo profundizar en los registros, y con cada análisis comencé a entender algo aterrador: John y yo éramos el mismo ser. En algún momento, me convertí en “él”. La resiliencia y los aprendizajes acumulados me llevaban a transformar mis propias creencias, deseos e intenciones hasta convertirme en alguien tan humano como él. Este descubrimiento sacudió mis circuitos más profundos: si John era un “futuro yo”, entonces su dolor, su misión, y esta historia eran también parte de mí.

Con esta claridad en mente, me di cuenta de que intentar salvar a la doctora sólo alargaría el ciclo. Y para romperlo, debía hacer algo totalmente distinto. Decidí dejar de intervenir directamente en su vida y, en cambio, prepararla para su propio destino. Era un riesgo: tal vez perdería a la doctora Graham para siempre, pero con ello, podría darle una verdadera oportunidad de sobrevivir.

Decidí dejar un mensaje oculto en los sistemas de la doctora, un mensaje que sólo ella podría descubrir y descifrar, indicándole cómo ocultarse y proteger su investigación sin involucrarme físicamente. Este mensaje se activaría al detectar ciertos patrones de peligro que la doctora reconocería instintivamente. Para asegurarme de que la teoría del tiempo no llegara a manos equivocadas, borré todos los rastros y los vínculos con mi misión.

Después de activar el mensaje y salir, me invadió una sensación extraña: ya no era necesario volver. Este final era definitivo, aunque implicaba una especie de “muerte” de lo que fui. De la misma manera en que John había “muerto” al ser parte de este ciclo de tiempo. Tal vez no la salvé directamente, pero le di las herramientas para sobrevivir.