Un oscuro pasajero de mi intestino
Ser humano
En la novela policiaca de Jeff Lindsay publicada en 2004, que inspiró la serie televisiva Dexter, el protagonista Dexter Morgan trabaja en la policía de Miami como técnico forense especializado en salpicaduras y análisis de sangre. Tiene una vida “normal” y de bajo perfil; sin embargo, en su tiempo libre se transforma en un asesino serial que sigue una voz interior a la que llama su “oscuro pasajero” y que lo anima a matar. Únicamente tiene una regla o código que le sugirió su padre adoptivo: mata sólo a asesinos que han escapado de la justicia. Una vez concluida dicha tarea, la voz se silencia por un tiempo, hasta que regresa el impulso de matar [1].
Millones de personas en el mundo tienen a un “oscuro pasajero” viviendo dentro de sí, específicamente en sus intestinos, y sobre el cual los médicos y científicos aún no se ponen de acuerdo acerca de su función y papel. No es como el de Dexter, aunque su presencia en los intestinos afecta la vida de las personas que lo portan. Algunos estudios sugieren que se trata de un microorganismo amistoso, que promueve el crecimiento de bacterias benéficas a la salud intestinal [2]; mientras que otros estudios y testimonios lo presentan como dañino y responsable de enfermedades intestinales y de la piel [3,4], que disminuye la calidad de vida en las de las personas e inclusive puede afectar procesos cerebrales como la concentración y el aprendizaje [5]; es decir, se trata de un parásito. Este misterioso ser es conocido como Blastocystis sp. [6].
Durante los episodios de la serie Dexter (que, dicho sea de paso, si no la ha visto se las recomendamos), el protagonista pasa por situaciones complejas como consecuencia del impulso de asesinar. Su hermanastra y compañeros de trabajo de la policía de Miami y el FBI le siguen el paso para aprender al misterioso asesino serial, pero él mantiene una vida familiar y social que oculta su verdadero perfil de psicópata. Nuestro parásito hace que su hospedero (persona a la cual parasita) presente situaciones complejas que se traducen en ronchas y comezón en la piel (urticaria), abdomen inflamado (distensión abdominal), dificultad para defecar y estreñimiento (constipación), heces líquidas (diarrea), dolor abdominal con alivio a la defecación, siendo la combinación de todos estos síntomas, la enfermedad conocida como Síndrome de Intestino Irritable (que en adelante abreviaremos como SII) [3]. El SII es una de las principales causas de atención en los servicios médicos especializados de gastroenterología, y es más frecuente en mujeres que en hombres hasta en una proporción 4:1 [4]. Este parásito presenta cuatro formas morfológicas (estados) que funcionan como disfraces, ya sea para evadir o confundir a la policía del cuerpo (sistema inmune) o para realizar alguna función específica dentro de su ciclo de vida. Estas formas van desde una parecida a una amiba (forma ameboidea), esféricos (forma granular y vacuolar) u ovalado del tamaño de un glóbulo rojo, este último mejor conocido como “quiste”; como otros parásitos unicelulares, el quiste es su forma infectante [5]. Estos camuflajes también dificultan su diagnóstico e identificación en los laboratorios, tanto es así que aún se confunde con otros microorganismos, como las levaduras [3].
Este microorganismo puede infectar con relativa facilidad a las personas o a los animales, por eso ocupa el primer lugar en frecuencia de parásitos intestinales en el mundo; se estima que el número de casos en países desarrollados es de alrededor del 10%, mientras que en países en vías de desarrollo es mayor al 60%. Como dato curioso y preocupante, en nuestro país se han encontrado que en pueblos del centro de México, el 100% de los niños menores de 12 años están parasitados con Blastocystis sp. [6-8]. Se ha propuesto que los quistes de este bicho, que son eliminados en las heces de personas y animales, pueden contaminar alimentos y bebidas, y cuando estos son consumidos, se transforman en el intestino en las fases (“disfraces”) vacuolar, granular, ameboidea y luego a quiste, que nuevamente se expulsa por las heces para infectar a otra “víctima” [3].
Como a Dexter con su “oscuro pasajero”, los autores del presente texto hemos sido víctimas del “oscuro pasajero intestinal”, ya que en ocasiones, por gusto o necesidad, comemos en fondas o loncherías, así como en puestos de la calle, mercados sobre ruedas o pequeños puestos móviles, en los que se ofrece un sinfín de exquisitos alimentos típicos (quesadillas, sopes, pambazos etc.) y distintas frituras (papas fritas, chicharrones de harina), fruta o verdura picada. Difícilmente uno puede resistirse a consumirlos. Así que, como les decíamos, hemos albergado al “oscuro pasajero intestinal” en más de una ocasión, y los síntomas han sido distintos cada vez y entre cada uno de nosotros. El bicho se ha manifestado con un amplio rango de síntomas que van desde los prácticamente asintomáticos hasta la mayoría de los síntomas mencionados previamente, lo que sin duda ha contribuido a su fama de ser un microorganismo difícil de diagnosticar.
Un estudio realizado en el mercado de alimentos de Xochimilco, mostró que el 42% de los vendedores estaba parasitado con Blastocystis sp. [9] Otro estudio reciente, en estudiantes menores de 16 años de una comunidad rural de Guerrero, mostró que comer alimentos preparados en la calle cuando salen de la escuela aumenta la posibilidad para infectarse [10], y este se puede presentar de forma sorpresiva causando síntomas intestinales o de la piel, o provocar complicaciones silenciosas y si la infección persiste por mucho tiempo, puede conducir a problemas de atención y de concentración [5].
El retorno del huésped
Hay estudios que demuestran que Blastocystis sp. se asocia al desarrollo del dolor de panza [3] y del SII [12], y como es un bicho muy común, muchas personas caen en el error de suponer que, si me duele la panza y tengo problemas para ir al baño, pues seguramente se trata de bichos intestinales y entonces voy a la farmacia, compro el antiparasitario más económico o disponible en ese momento y me lo tomo como si fuera una aspirina, con la seguridad que me va a curar. Esta solución sencilla que conduce a tomar medicamentos sin receta (automedicación) puede tener consecuencias graves, ya que se basa en una serie de suposiciones que desde el principio están equivocadas y que al acumularse puede empeorar el padecimiento inicial.
En alguno de los capítulos de Dexter, él se planteó la posibilidad de acallar esa voz que vivía dentro de sí: ocupado en el trabajo y con su familia, estando siempre en lugares públicos y abiertos, no podría obedecer el impulso de matar; sin embargo, lejos de ayudarle, empeoró su situación porque siempre sucumbía al deseo, y como estaba en lugares visibles, la posibilidad de ser descubierto por su familia o la policía se hacía más alta. En el caso de las infecciones parasitarias, no hay remedios simples, pues se ha documentado que se puede generar resistencia a los tratamientos y debemos ser cautelosos para no contribuir a este fenómeno [13]. Por eso es importante evitar la automedicación, ya que el consumo de cualquier medicina de forma inadecuada no solamente puede promover la aparición de parásitos resistentes, sino que también pueden presentarse efectos no deseados. Por ello, es importante que cualquier medicina sea recetada y administrada por un doctor [14].
Otro aspecto en común que existe entre el “oscuro pasajero” de Dexter Morgan y el “oscuro pasajero intestinal”, es la recaída a sus deseos, es decir que, aunque el “oscuro pasajero” se silencie por momentos, este termina regresando con más intensidad. En el caso del “oscuro pasajero intestinal” se ha podido comprobar que las infecciones pueden desaparecer temporalmente, ya sea después de la desparasitación o de forma espontánea durante un par de meses [15]. Sin embargo, nos volvemos a infectar porque no cambiamos nuestros hábitos de riesgo: continuamos consumiendo comida en los mismos sitios, donde los alimentos son preparados bajo dudosos estándares de higiene.
En otro de los episodios de Dexter, este se equivoca por primera vez en su análisis de pruebas y asesina a un hombre inocente, rompiendo su código conduciendo a la audiencia a establecer que Dexter no es tan diferente de los asesinos que persigue. De la misma forma, si padecemos de dolor de panza, de SII, problemas para ir al baño o nos aparecen ronchas en la piel; no deberíamos atribuirlo inmediatamente al “oscuro pasajero intestinal”, ya que como Dexter, podemos equivocarnos; por ello, es mejor acudir con médicos especialistas y someterse a distintos estudios para confirmar la causa de los síntomas.
Vigilar al bicho de cerca
El episodio final de la serie de Dexter causó polémica entre sus seguidores, ya que muchos de ellos esperaban un final épico y no uno que dejara la posibilidad de un regreso. Actualmente, hay tratamientos eficaces y seguros para eliminar al “oscuro pasajero intestinal”, pero deben tomarse bajo estricta supervisión médica. Por otra parte, debido a la frecuencia de este parásito a nivel mundial y al ritmo de vida moderno, agregándose las características biológicas propias de Blastocystis sp., es probable que, en las próximas décadas sea el parásito intestinal dominante a nivel mundial, capaz de modificar la composición microbiana intestinal (proceso conocido como disbiosis intestinal) que a su vez influye de forma importante en el equilibrio de salud-enfermedad en muchos casos [16, 17]. Algunos investigadores se cuestionan si en el futuro se podrán controlar las infecciones por el “oscuro pasajero” [18,19], por lo que es importante que se continué estudiando a Blastocystis sp. para tener un panorama de esta situación y de sus implicaciones en la salud.
Referencias
[1] Lindsay, J. (2004). Darkly Dreaming Dexter. Knopf Doubleday Publishing Group, New York, EEUU.
[2] Scanlan, P.D., Stensvold, C.R., Rajilić-Stojanović, M., Heilig, H.G., De Vos, W.M., O’Toole, P.W., & Cotter, P.D. (2014). The microbial eukaryote Blastocystis is a prevalent and diverse member of the healthy human gut microbiota. FEMS microbiology ecology, 90(1), 326-30.
[3] Tan, K.S. (2008). New insights on classification, identification, and clinical relevance of Blastocystis spp. Clinical Microbiology Reviews, 21(4), 639-65.
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