El frasco inolvidable
Ser humano

Durante la limpieza anual de mi hogar, que incluyó todos los muebles de mi cuarto e incluso los del baño, me encontré con cajones llenos de cosas que ni siquiera recordaba, como recibos de compras y de pagos que hace tiempo hice. Entre todo ese caos de cosas innecesarias y basura acumulada, hallé frascos de jarabes para la tos y blísteres incompletos de tabletas para la fiebre o la diarrea. Eran medicamentos que en algún momento me ayudaron, pero cuya fecha de caducidad ya había pasado. Fue entonces cuando el ratoncito de mi cabeza comenzó a correr y me hizo preguntarme qué hacer con todo eso. ¿Aún servirán de algo?
Considerando que un medicamento caducado es aquel que ha superado su fecha de caducidad y, por lo tanto, ya no es seguro ni eficaz, la respuesta era clara: no. Los medicamentos que encontré probablemente habían perdido sus propiedades terapéuticas o, en el peor de los casos, se habían descompuesto y podían generar sustancias potencialmente tóxicas. Si se me ocurría la idea de volver a consumirlos, podrían causarme efectos adversos, como una intoxicación o una reacción alérgica.
No sabía si era una buena idea tirarlos a la basura, al inodoro o guardarlos como un recuerdo de las veces que me sentí mal y logré superarlo. Entonces, mi Pepe grillo se activó; tirarlos no parecía buena idea. Cada opción tenía consecuencias que no podía ignorar y posiblemente podría lamentar.
Lo más sencillo y menos aconsejable fue buscar en YouTube “medicamentos caducados”. Para mi sorpresa, encontré videos en los que clausuran clínicas, hospitales e incluso consultorios dentales y farmacias por utilizar medicamentos cuya fecha de caducidad ya había expirado, administrándolos a pacientes como si fueran nuevos. Luego en Facebook descubrí grupos en los que personas intercambian, venden y buscan medicamentos sin control alguno, como si fueran figuritas de colección que pueden reutilizarse una y otra vez. Y también varias publicaciones en las que mencionaban que, cuando estos residuos se tiran a la basura o se desechan en el inodoro, contaminan miles de ríos y lagos y afectan a muchas especies de plantas y animales. Los residuos farmacéuticos, al dispersarse en el ecosistema, pueden dañar a diversas especies como plantas, aves y peces, que entran en contacto con ellos de manera involuntaria. A futuro, el problema podría agravarse, afectando a más seres vivos e incluso a nosotros mismos. Todo por el simple hecho de desechar una pequeña tableta o unos mililitros de jarabe en la basura o por el inodoro.
Pensé enseguida en mi frasco de jarabe caducado y en todas las posibles manos o lugares a los que podría llegar. La peor de todas: que llegara a alguien que realmente lo necesitara y se lo tomara sin saber el daño que podría causarle. Tener medicamentos caducados sin control no solo es un problema de organización, sino también un riesgo.
Mientras seguía navegando para buscar más información o un meme que me distrajera al menos, me encontré con comentarios que me dejaron fría: personas que decían consumir medicamentos cuya fecha de caducidad ya había pasado, porque “no pasa nada”; otros que mencionaban haberlos visto a la venta en tianguis con la fecha de caducidad borrada a un precio más bajo de lo normal, y los más aventurados, quienes usaban los restos de jarabes diluidos en agua o los enterraban para “alimentar” a sus plantas o para deshacerse de ellos. Quizá lo último tenía buenas intenciones, pero definitivamente no era la mejor solución.
Después de leer tantas barbaridades, algo me quedó claro: no podía simplemente tirar esos medicamentos a la basura y mucho menos desecharlos por el inodoro. Pero en ese momento ya no sabía qué hacer. ¿Tenía sentido seguir teniéndolos ahí?

Una luz en la oscuridad
Después de un rato, la limpieza anual ya había pasado a segundo plano. Leí todo sobre el desastre que pueden hacer esos restos de medicamentos; ya no sólo me recordaban los días de enfermedad, ahora me parecían un problema serio. Concluí que ya no los quería en mi casa. Pero ahora, cómo deshacerme de ellos. Al borde del colapso, la respuesta apareció entre los comentarios de una publicación en la que muchas personas se preguntaban lo mismo que yo: “¡Ayuda! ¿qué hago con mis medicamentos caducados?”.
Alguien mencionó en un comentario: “busca el #SINGREM, Sistema Nacional de Residuos, Envases y Medicamentos”. Googleé y encontré la página, donde se nos explica fácilmente que SINGREM es un sistema disponible en farmacias y centros de salud, y muchos otros lugares, que cuenta con contenedores, donde podemos dejar tranquilamente esos medicamentos olvidados, para evitar que se conviertan en focos rojos de contaminación o en su caso de piratería. Claro, el programa tiene sus propios retos: muchos medicamentos recolectados terminan siendo incinerados, lo que también contamina. Pero, al menos, es un paso en la dirección correcta. Es como cuando intentas ordenar tu cuarto: tal vez no quede perfecto, pero al menos ya puedes caminar sin tropezarte.
Saber de este sistema detuvo mis intenciones de tomar la salida fácil y hacer lo más responsable y correcto con los restos de mis medicamentos, que, sinceramente, no es difícil: solo toma unos minutos y unos metros más, y puedes decirle adiós a ese jarabe sin tanto remordimiento.
Si bien SINGREM está haciendo el trabajo de un superhéroe, no puede salvar el mundo solo. Necesita muchos aliados, y aquí entran la ciencia y la tecnología. Las y los científicos, sin superpoderes, solo ciencia, están desarrollando formas más limpias de descomponer los medicamentos, métodos que no dañen el ambiente, usando bacterias u hongos y otros materiales que pueden eliminarlos ecológicamente, sin daños colaterales. Es como si la naturaleza misma nos diera pistas y ayuda divina para corregir el desastre enorme que hemos creado. Y esto sin la necesidad de que exista Aquaman para que se encargue de cuidar el mar. Un simple honguito nos podría salvar a todos y ayudar a recuperar el planeta, donde los villanos y las victimas somos tristemente nosotros.
Hoy, incluso, existen aplicaciones que funcionan como un GPS ecológico para encontrar el lugar más cercano donde dejar medicamentos caducados. Las apps no sólo pueden ayudarnos a pedir un café o un Uber, también pueden ser aliadas en la protección del medio ambiente, dando acceso a información adecuada con un solo clic.
Sin embargo, no todos tienen acceso a estas herramientas ni saben cómo utilizarlas. En zonas rurales, donde el internet suele ser un privilegio, medios como la radio, la televisión e incluso los folletos siguen siendo indispensables para informar sobre este problema.

Retomando la limpieza
Después de leer toda esa información y asimilarla, retomé la limpieza de mis armarios y cajones. Miré de nuevo los frascos y blísteres de medicamentos caducados que tenía acumulados. Eran sobrantes del tratamiento médico de una gripe que me dejó en cama toda una semana o de la diarrea que me provocaron los taquitos de la esquina. Ya no los vi como simples recuerdos o basura, sino como lo que realmente son: residuos que requieren manejarse con responsabilidad y cuidado
Entonces, busqué en todos los cajones y además en los botiquines de la casa todos los restos de medicamentos ya caducados. Con el GPS de mi celular encontré que había un contenedor SINGREM en la farmacia que está en la esquina de la calle donde vivo.
Me tomó sólo unos pasos y minutos llegar. Al entrar al negocio, la persona de la farmacia me explicó amablemente que sólo tenía que depositar todos mis medicamentos caducados en el contenedor. ¡Y listo!, fue muy fácil deshacerme de todos los medicamentos caducados que acumulaban espacio en mi hogar.
De regreso a casa, sentí que había logrado más que solo limpiar y ordenar. Los cajones estaban vacíos, y mi casa segura, ya no habría riesgo de que alguien pudiera consumir esos medicamentos caducados por accidente o por confusión con un medicamento vigente.
Al final, no sólo limpié mi casa, sino que también despejé mi mente sobre qué hacer con esos medicamentos olvidados. Ahora cada limpieza anual la aprovechare para revisar la vigencia de mis medicamentos, para evitar acumularlos otra vez.
No sé si otros harán lo mismo, pero al menos ya se que hay una manera sencilla de evitar que esos medicamentos terminen en el agua o en manos equivocadas.
Aún falta mucho por hacer, por lo que decidí buscar más información en la red, descubrí que existen investigaciones que están desarrollando tecnologías que están tratando de resolver el problema de la presencia de los fármacos en el medio ambiente, algunas de ellas donde por ejemplo están usando microorganismos para eliminar estos residuos sin dañar el medio ambiente, otras por otro lado están utilizando materiales naturales como zeolitas o arcillas para remover los fármacos de efluentes acuáticos con resultados prometedores, o en su caso se están apoyando de la química para encontrar la mejor manera de descomponer a este tipo de moléculas.
Tal vez en unos años, esas tabletas caducadas que hoy desechamos se transformen en soluciones sostenibles, en lugar de un problema ambiental.

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