Calaveritas de Ciencia 2025: Ganadores
Cuaderno de Raya
Por Redacción
Luego de leer las 55 calaveritas de ciencia que llegaron del 10 al 31 de octubre de 2025, el jurado, conformado por Agustín Ávila Casanueva y Mimí Kitamura, definió los siguientes lugares:
Primer lugar: Martha Patricia Saldaña Rodea
El cascajo reciclado
La Catrina constructora,
con casco y chaleco entró,
a la obra con demoliciones
¡y el cascajo levantó!
“Ya no extraigan más cantera,
que el cascajo está esperando,
con buen tamiz y molienda
¡nuevo concreto va formando!”
Martillos y molinos
trituraban sin piedad,
el concreto ya usado
se volvía grava en verdad.
Con mezcladora en la tumba
y varilla en el panteón,
la huesuda calculaba
factores de compresión.
“Este muro reciclado
resiste carga axial,
y con huella reducida
¡también es logro ambiental!”
Separaba varilla vieja,
lavaba polvo y arena,
y en tamices calibrados
clasificaba la faena.
Los albañiles reían:
“¡Qué huesuda tan cabal!
Menciona columnas sustentables
de manera muy formal.”
Así, entre tumbas y mezcla,
construyó un muro sin demora,
con zapatas de calaveras
y concreto reciclado en obra.
La Catrina concluyó,
con voz firme y espectral:
“El cascajo no es basura,
¡es recurso estructural!”
Segundo lugar: Ángeles Torres Valdetano
Jenner vacunó… ¡y la Muerte lloró!
La Muerte feliz paseaba,
con doña Viruela a su lado,
a miles de almas llevaba,
su reinado estaba asegurado.
Pero un inglés muy curioso,
Edward Jenner se llamaba,
con un método ingenioso
¡ni a la esquina la Muerte llegaba!
La idea de las lecheras salió,
con sus manos lesionadas,
ninguna de ellas sufrió,
de la viruela quedaban salvadas.
Jenner pensó con emoción:
“si de la viruela las vacas protegen,
¡de aquí sacaré la solución,
para que de la Muerte todos se alejen!”.
La huesuda, al oír tal cosa graciosa,
soltó una risa alocada:
“¿Vacunar con lecheras chismosas?
¡Ay, solo así me verás sentada!”.
Jenner llamó a su paciente,
James Phipps, niño burlón,
con raspados de una lechera inocente,
¡a la Muerte la sonrisa le borró!
Intentó contagiarlo luego,
con viruela de verdad,
pero el niño tan tranquilo
no mostró la enfermedad.
La Muerte llorando gritó:
“¡Este Jenner me ha dejado
sin trabajo y sin función,
y todo por una inoculación!”.
De vacca sacó el nombre,
de vaccinia la intención,
y el mundo entero celebró
¡que nació la vacunación!
Tercer lugar: Elvia Delgado González
Calaverita del maíz y la simbiosis subterránea
En suelos de Taxco,
curtidos por mina,
brotó un maicito,
raíz que germina.
Mas carga en sus hojas
la herencia fatal,
metales pesados
del mundo mineral.
Llegaron los hongos
con hifas traviesas,
tejiendo en la tierra
antiguas promesas.
Y al ver tal alianza,
bajó del panteón
la flaca curiosa
con gran emoción.
—¿Qué traman aquí
con tanto misterio?,
pregunta la muerte
con tono serio.
—Buscamos que el plomo
no suba al banquete
—responde el maíz
con voz de machete.
Entre tubos, matraces y el invernadero,
la ciencia trabaja con pulso sincero.
Ensayo cometa y ROS vigilante,
revelan verdades del mundo vibrante.
—¡Caramba! —exclama la huesa encantada—,
¡ustedes retardan mi entrada anunciada!
Y viendo la vida vencer su condena,
se aleja riendo, ligera y serena.
Así entre la UAGro y el CCG,
florece el saber que al campo hace bien.
Y el maíz, con hongos, alianza sagrada,
vence a la muerte con ciencia aplicada.
Menciones honoríficas
Emilio Ruiz Alanís
Homenaje a la Memoria
Por los largos corredores
va la Muerte deambulando,
se confunde entre doctores,
su objetivo cavilando.
Parece que sin pasión,
va preguntando a su paso:
“¿Conocerá usted acaso
a un tal Henry Molaison?”
“Buenas tardes, mucho gusto”,
se presenta amablemente,
“Lo conozco, por supuesto,
lo tiene usted enfrente”.
“Qué bueno que me lo encuentro,
un buen rato lo he buscado.
Antes de ir pa’l otro lado,
una historia yo le cuento:
Un hombre, hace ya años,
una enfermedad sufría.
Para evitar peores daños
se sometió a cirugía.
La cirugía funcionó,
“Todo un éxito”, pensaron.
Los ataques se acabaron,
su epilepsia se esfumó.
Sin embargo, como un lampo,
vivía un reinicio diario,
De quitarle el hipocampo,
un efecto secundario.
Cinco décadas de amnesia,
—“anterógrada”, se llama—
nuevos recuerdos no proclama,
del olvido la anestesia.
Muchas su caso estudiaron,
Brenda Milner, Suzanne Corkin,
un enorme hallazgo hicieron,
cuyo impacto no tiene fin.
Descubrieron, por un lado,
la magnitud fundamental
del caballito cerebral
en la memoria a largo plazo.
Averiguaron, además,
en su amplia indagatoria,
que en el cerebro hay por demás
varios tipos de memoria.
Mucho tiempo conocido
tan sólo como H.M.,
hoy la muerte ya no teme,
por doquier reconocido.
Y aunque usted nunca lo supo,
su impacto es sempiterno,
la ciencia le debe mucho,
merece el descanso eterno.
Ayelén Montañez Salazar
El experimento de la huesuda:
la esperanza sumergida
En su oscuro laboratorio, la flaca se apareció,
con bata y microscopio, muy seria se la creyó.
“Hoy probare un concepto”, dijo con emoción,
“veremos si la esperanza… flota o se va a el panteón”.
Curt Richter la miraba, temblando de nervios mil,
pues la Muerte, curiosa, tomó nota en su atril.
“Ratas al agua, mis cielos, no es crueldad… es razón,
quiero saber si el alma nada o si hunde el corazón”.
Las pobres nadaban horas, cansadas y sin final,
mientras la flaca reía, con humor infernal.
“¡Vaya ciencia macabra!”, decía con devoción,
“¡la desesperanza llega antes que la
descomposición!”
Cuando algunas se hundieron, la Muerte suspiró:
“ni la fe las sostiene, ni el alma flotó”.
Pero al sacarlas un rato, y volverlas a echar,
¡volvieron a nadar! ”¿Sera esto el esperar?”
“Ya ves, querido Curt”, rio la huesuda al pasar,
“la esperanza no es eterna, se puede entrenar.
Cuando el cuerpo recuerda que una mano lo salvó,
aguanta otro rato… hasta que llego yo”.
En el Día de Muertos, la flaca contó su hazaña,
entre velas y flores, de forma muy huraña:
“Los vivos se engañan con su esperanza bendita,
pero cuando llego yo, ¡nadan y nadan, y solitos se
rinden, mis ratitas!”.
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