Todo lo que crece: la agricultura regenerativa

Menu

Todo lo que crece: la agricultura regenerativa

La Tierra

Todo lo que crece: la agricultura regenerativa

Desde que recuerdo siempre he sentido un especial interés por la naturaleza. De niño, mi padre solía contarme cosas sobre átomos, dinosaurios, perros, gatos y cuanta cosa del ecosistema. Quizá por eso estudié agronomía. Y así comencé a creer que aquello que vivimos en el pasado pueden definir lo que somos en el presente y el futuro.

 

Aunque pareciera obra del “destino” —en el que no creo, dicho sea de paso—, la historia que vivimos, las experiencias, los registros de nuestro pasado tienen una fuerte influencia en nuestra cotidianidad, y si expandimos nuestros horizontes, lo mismo sucede con muchos aspectos de la vida: autos, redes sociales, televisión, libretas, tenis… Todo lo que el ser humano toca, posee un antecedente histórico que, al sumarse gradualmente, lo convierte en lo que es hasta el día de hoy.

 

Sería tonto creer —y un tanto egoísta— que vivimos sin afectar o ser afectados por lo que nos rodea, incluida la naturaleza. Nuestra relación con el entorno es constante y profunda, aunque a menudo la pasamos por alto. No sólo habitamos el planeta: lo transformamos y, al mismo tiempo, somos transformados por él. Uno de los vínculos más antiguos y complejos que tenemos con la naturaleza es el que establecimos a través de la agricultura y de su coprotagonista, la agricultura regenerativa.

 

Existen varias teorías sobre cómo comenzó todo. Algunos dicen que los primeros humanos eran cazadores-recolectores, que luego se convirtieron en ganaderos y agricultores. Otras versiones sugieren que fue el clima y la migración los que llevaron a los humanos a encontrar zonas ricas en animales, agua y plantas comestibles. Y una teoría más plantea: ¿lo que hacían los vecinos afectaba a lo que hacían los locales? Pues obvio no había celulares ni cartas para contactarse, pero la zona geográfica de origen de muchas plantas y animales sugiere que lo que hacía “el vecino del otro país” afectaba la forma de respuesta de la localidad ¿Cómo si el área de influencia geográfica del cultivo/planta está muy aislado para la época? [1]. Recuerdo que cuando mi papá me compraba una hamburguesa o un hotdog era algo que siempre me deleitaba, así que cuando veía un puesto ambulante no me quería ir de allí, era mi oasis o mi paraíso y creo que los primeros agricultores pensaban lo mismo: encontrar un oasis y no quererse ir, y. A diferencia de mí que sólo comía y me iba, ellos se quedaron a jugar —incluso inventar— con las con plantas y animales, un vaivén de ensayo y error.

 

Los humanos de entonces eran inteligentes y observadores, pero no estaban exentos de cometer errores. De hecho, según algunos estudios que involucran genética y arqueología, todo comenzó de forma simultánea por todo el mundo: China, México, Perú, Ecuador, la región central del mediterráneo e incluso las islas de Nueva Guinea. Todos en todas partes estaban “ensayando” —eran una especie de científicos prehistóricos— sobre cómo obtener su alimento y las mejores prácticas de cultivo (domesticación) de las plantas. Esto choca de frente con la idea popular de que en la prehistoria todo era lento, aburrido y lleno de polvo por todas partes. En realidad, los asentamientos humanos luchaban por sobrevivir, a veces compartiendo conocimientos y otras compitiendo por ellos. Este proceso de “lucha y revolución” permitió que se acumularan técnicas y tecnologías que marcaron a cada región del planeta, dando lugar a los llamados “centros de origen de las plantas cultivadas” [1] [2].

 

Libretas, chamarras, cosméticos, aceites, envases, varios objetos que utilizamos hoy, incluso lo que comemos, no existirían sin los esfuerzos del pasado. Y aquí hay un dato que a menudo se pasa por alto: las mujeres fueron las arquitectas de la agricultura tradicional. Estudios en huesos de mujeres del año 5500 a. C. revelan que sus manos trabajaron la tierra, domesticaron plantas y diseñaron técnicas que hoy llamamos “tradicionales”, a tal grado que su estructura ósea y densidad cambio por estas prácticas [3][4]. Como dije antes, el pasado construye el presente.

 

En redes sociales y charlas, resuenan frases como “lo antiguo es mejor” o “la comida de antes era más sana”. Los alimentos ancestrales no tenían pesticidas modernos, es cierto, por eso domesticar plantas y animales era un proceso complejo: requería talar bosques, agotar suelos y migrar cuando los recursos se acababan. Es como en Age of Empires o el Minecraft: construyes tu imperio con lo que tienes, pero sin un botón de “reinicio”. Y quizá, sólo quizá, estos juegos son tan populares porque apelan a nuestros “instintos primitivos de supervivencia”; en el fondo, seguimos siendo esos humanos prehistóricos buscando sobrevivir, crecer, desarrollarse, explotar la creatividad e incluso dominar.

 

Sin embargo, en los pequeños oasis donde se domesticaban las plantas, se consumían grandes cantidades de recursos naturales, especialmente bosques y praderas cercanas. Es probable que hasta el año 3000 antes de la era común (a.e.c.) esto fuera así. Sin embargo, el impacto fue creciendo con el desarrollo de las civilizaciones y posteriormente de los grandes imperios. Entre el año 1000 a.e.c. al 300 a.e.c., se ha observado una disminución significativa de las superficies de bosques en Europa [2][5], y esta tendencia se distinguió hasta antes de la Revolución industrial y la llegada de la maquinaria agrícola y los fertilizantes químicos [5]. Incluso técnicas como la roza-tumba y quema en México —que hoy criticaríamos— funcionaban sólo porque la población era pequeña: si un terreno se agotaba, había otro bosque fértil donde empezar de cero. Moraleja: el pasado no siempre fue mejor, sólo había más espacio para equivocarse.

Todo lo que crece: la agricultura regenerativa

Lo que mi abuela ya sabía

 

La forma en que hemos domesticado y cultivado plantas casi siempre ha sido una forma de extracción de recursos, minería a cielo abierto. Pero esto es importante ya que ningún recurso es infinito e incluso nuestras propias acciones han hecho que deterioremos la calidad de estos, aun desde la prehistoria. El caso más importante es el suelo. Se necesita que varios factores trabajen conjuntamente para lograr centímetros de suelo: organismos vivos, rocas, clima, relieve y tiempo. Pero cuando decimos tiempo, no son un par de años: se requieren de miles a cientos de miles e incluso millones de años para lograr esa superficie donde crece la actual selva amazónica, la selva Lacandona e incluso “el terrenito” donde se produce el delicioso aguacate que compramos para el guacamole de la carne asada [6].

 

Kilómetros y kilómetros de corteza terrestre y de suelo y de rocas, y al final sólo se usan unos centímetros de éste y por eso —como dije— aquí es donde empieza el problema. Bueno, en primer lugar, no todo ese suelo está disponible para actividades agrícolas y ganaderas, ya que la superficie terrestre también comparte espacio: edificios, autopistas, parques y muchas obras de construcción que inhabilitan el suelo para uso agropecuario. En segundo lugar, en la agricultura, menos de 2 metros de profundidad de suelo se utilizan para siembra de huertas y parcelas. De hecho, en promedio, sólo se trabaja cerca de 30 cm de profundidad del suelo agrícola… Comparado con los kilómetros de suelo, es literalmente casi nada, sólo la costra, la delgada piel de la tierra [6] [7].

 

El suelo es como un tesoro que no se renueva en nuestra escala de tiempo. Si lo maltratamos, puede perderse, degradarse o volverse inservible para la agricultura. Es mucho más que un simple soporte para las plantas: está lleno de microorganismos que ni siquiera conocemos, almacena carbono, que si liberamos aumenta el CO2 en la atmósfera; de allí el afán por usar la agricultura para combatir el cambio climático; el suelo es clave en los ciclos del agua y del nitrógeno. Es el recurso principal que usamos para producir alimentos y hasta materiales de construcción [6] [8].

 

Qué bueno sería que los recursos se renovaran como en los videojuegos: nada más te echas a dormir o terminas la misión y ¡pum!, sale todo de nuevo… Pero no. Así llegamos a dos afirmaciones importantes:

 

1) la agricultura y su proceso de desarrollo desde la prehistoria se ha caracterizado, en la mayoría de los casos, en ser extractiva y en agotar los recursos en mayor o menor grado;

 

2) el proceso de extracción y degradación se ha acrecentado desde la Revolución industrial, pasando por la “revolución verde”, hasta nuestros días. La primera vez que oí estas palabras fue cuando mi padre me platico sobre ella, de un famoso libro llamado “primavera silenciosa”, el resumen es básicamente que a mediados del siglo XX el ser humano pudo manipular las plantas genéticamente, utilizar sustancias químicas que las ayudan a nutrirse, controlar plagas, curarse de enfermedades y lograr mecanizar el proceso de cultivo. Y yo cuando lo oí por primera vez pensé que eran plantas con armas laser en una guerra.

 

Parece que “lo ecofriendly de hoy viene de lo que hacían nuestros tatarabuelos”. Nuevamente, eso es parcialmente cierto. No quiero desacreditar los saberes antiguos o los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas. Al contrario, muchos de ellos son contribuciones importantes. Pero existen dos formas de desarrollar conocimientos: el conocimiento científico (experimental), en el que todo se mide, y el conocimiento empírico, en el que la experiencia marca el paso. Ambos pueden complementarse. En otras palabras, es posible conjuntar ambos puntos de vista, de hecho, esos saberes tradicionales milenarios se fortalecen del método científico y viceversa: el método científico (y la experimentación científica) debe de ir de la mano de la sociedad, de la cultura y de sus saberes. Así, sabemos que quemar un bosque para sembrar constituye una de las más grandes causas de degradación, no sólo de suelo, sino de recursos naturales, y sabemos que integrar todo tipo de residuos orgánicos e incluso sembrar muchos tipos de plantas en un mismo espacio (como las milpas prehispánicas), son parte de las tecnologías más modernas de agricultura sostenible [8] [9]. Mi abuelita tenía un terreno, en ese terreno tenía cerdos, al lado de estos había algunos árboles de durazno y, atrás de la casa, una gran parcela de maíz. Los residuos de todos los animales y plantas los regresaba a la tierra y a veces sembraba maíz y en otras parcelas, frijol… qué irónico, ella hacía agricultura regenerativa y yo ni lo sabía.

Todo lo que crece: la agricultura regenerativa

Lo que vuelve a ser verde

 

La agricultura regenerativa surgió en los años 80, con la introducción de la agroecología. Esta ciencia nos invita a ver la agricultura como una red compleja donde interactúan muchos factores vivos y no vivos: agua, suelo, rocas, bacterias, lluvia, mamíferos, insectos, algas, moluscos… todo está conectado. Gracias a este enfoque, se han desarrollado variantes de la agricultura, como la agricultura orgánica, la permacultura y la acuaponía [8] [10].

 

La agricultura regenerativa es un concepto que surgió en 1987 y que va más allá de otras formas de agricultura. Sus pilares incluyen: mantener el suelo siempre cubierto de vegetación, reducir la degradación del suelo, rescatar los saberes tradicionales, minimizar el uso de fertilizantes y pesticidas químicos, restaurar los ciclos naturales de la tierra (agua, nitrógeno, carbono y oxígeno), rotar los cultivos, integrar la ganadería, ser rentable económicamente y, sobre todo, regenerar el tejido social de las comunidades donde se aplica. Este último punto es lo que hace única a la agricultura regenerativa y marca la diferencia con otros conceptos de agricultura [9][11-13].

 

Actualmente, es bandera y símbolo para fundaciones, un ideal de “esperanza” para activistas, incluso una fuente de negocio para algunas empresas [14][15] y, según algunos especialistas, para las grandes empresas trasnacionales de alimentos, las llamadas Big food, una forma de limpiar su imagen de la participación en la contaminación ambiental (“lavado verde”, greenwashing) [16-18].

 

Hay quienes opinan que la agricultura regenerativa y sus predecesoreson imposibles y que de hecho debemos de considerar a la agricultura que nos dejó la revolución verde, la Revolución industrial, como el camino a seguir. Gracias a la agricultura industrializada, hoy producimos más alimentos en menos terreno. Esto no sólo aumenta los rendimientos, sino que también reduce la tala de bosques para cultivos, un factor que no sería posible con métodos tradicionales [18].

 

A estas alturas, tenemos dos caminos ante nosotros y una enorme mesa de debate ante todo el mundo económico, político y científico… y luego nosotros, el “ciudadano promedio”, que cuando abre su refrigerador, calienta su estufa y se dispone a preparar sus tacos (con cebolla, cilantro, tortilla de maíz y una buena salsa de chile de árbol) para acompañarlos con una rica cerveza (hecha con cebada y lúpulo), quizá sólo piensa: “que chido está este taquito y mi chelita”. Tal es la magnitud de este tema que hasta existen muchos canales de YouTube con tremenda cantidad de seguidores, likes y subscriptores: La Granja del Borrego, Sin ruta con el Agro, Zacatecano soy, Noal Farm, Bioestimulando Ando, Ernesto Cruz García, DW documental, Intagri… parece que la agricultura hace ruido en las redes y, en muchas ocasiones, facilita el acceso universal al conocimiento científico agronómico.

 

Nunca imaginé que lo que mi padre me enseñaba de pronto fuera un enorme multiverso de ideas basado en plantas y animales. Más aún, me agrada pensar: toca decidir, o sea, la próxima vez que me eche un taco, no sólo puedo pensar en si le pongo salsa roja de la verde o de las dos, sino también de qué lado de la historia agrícola quiero estar.

Todo lo que crece: la agricultura regenerativa

Agradecimientos

 

Al Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología y al programa “Investigadoras e investigadores COMECYT (2024 – 2025)”, por el apoyo y financiamiento en la realización de esta investigación.

 

Para saber más

 

  1. La sequía puede ser nuestra gran oportunidad para la regeneración. https://www.youtube.com/watch?v=X6I9Z-sx3EE
  2. Agricultura regenerativa en Chiapas – Experiencias de productor innovador Candelario. https://www.youtube.com/watch?v=iq69dFGHYOo&t=463s
  3. Futuro de producción agrícola | Alex Foessel | TEDxPuraVida. https://www.youtube.com/watch?v=unuP4RNN3QE&t=104s
  4. Bioeconomía como alternativa – ¿qué tan prometedores son los recursos renovables? https://www.youtube.com/watch?v=CtvGfaL2Dtg

 

Referencias

 

[1] Barker, G. The Agricultural Revolution in Prehistory: Why Did Foragers Become Farmers? (Oxford University Press, Oxford, New York, 2009).

[2] Bellwood, P. First Farmers: The Origins of Agricultural Societies. (2004).

[3] Macintosh, A. A., Pinhasi, R. & Stock, J. T. Prehistoric women’s manual labor exceeded that of athletes through the first 5500 years of farming in Central Europe. Sci. Adv. 3, eaao3893 (2017).

[4] Carson, J. Ancient women’s elbow grease. Nat. Hum. Behav. 2, 14 (2018).

[5] Kaplan, J. O., Krumhardt, K. M. & Zimmermann, N. The prehistoric and preindustrial deforestation of Europe. Quat. Sci. Rev. 28, 3016–3034 (2009).

[6] Weil, R. R. & Brady, N. C. Nature and Properties of Soils, The, Global Edition. (Pearson Education, 2016).

[7] Porta Casallenas, J., Lopez-Acevedo Reguerin, M. & Poch Claret, R. M. Edafología: uso y protección de suelos. (Ediciones Mundi-Prensa, 2014).

[8] Magdoff, F. & van Es, H. Building Soils for Better Crops Ecological Management for Healthy Soils (4th Ed.). (SARE Outreach Publications, 2021).

[9] Giller, K. E., Hijbeek, R., Andersson, J. A. & Sumberg, J. Regenerative Agriculture: An agronomic perspective. Outlook Agric. 50, 13–25 (2021).

[10] Gordon, E., Davila, F. & Riedy, C. Regenerative agriculture: a potentially transformative storyline shared by nine discourses. Sustain. Sci. 18, 1833–1849 (2023).

[11] Jayasinghe, S. L., Thomas, D. T., Anderson, J. P., Chen, C. & Macdonald, B. C. T. Global Application of Regenerative Agriculture: A Review of Definitions and Assessment Approaches. Sustainability 15, 15941 (2023).

[12] Bless, A., Davila, F. & Plant, R. A genealogy of sustainable agriculture narratives: implications for the transformative potential of regenerative agriculture. Agric. Hum. Values 40, 1379–1397 (2023).

[13] Leslie, J. Mitigar el cambio climático con los pies en la tierra. The New York Times (2017).

[14] Living Soil Film. (2018).

[15] Kiss the Ground Film | Official Website. Kiss the Ground Film https://kissthegroundmovie.com/.

[16] Multinacionales mexicanas llevan sustentabilidad al campo. https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Multinacionales-mexicanas-llevan-sustentabilidad-al-campo-20210414-0098.html (2021).

[17] Empresas como Grupo Bimbo, Heineken y Alpura sellan acuerdo con SADER para agricultura sustentable. El Universal https://www.eluniversal.com.mx/tendencias/empresas-como-grupo-bimbo-heineken-y-alpura-sellan-acuerdo-con-sader-para-agricultura-sustentable/ (2024).

[18] Grunwald, M. Opinion | Sorry, but This Is the Future of Food. The New York Times (2024).

Vórtice, enero-mayo 2021 es una publicación trimestral digital editada por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), a través de la Dirección de Publicaciones y Divulgación, Edificio 59 (Facultad de Artes), Campus Norte. Av. Universidad 1001, Col. Chamilpa, CP 62209, Cuernavaca, Morelos, México. Teléfono +52 777 329 7000, ext. 3815. Correo: revistavortice@uaem.mx. Editora responsable: Jade Gutiérrez Hardt. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2014-070112203700-203, ISSN 2395-8871, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor.


Responsable de la última actualización de este número: Roberto Abad, Av. Universidad 1001, Col. Chamilpa, CP 62209.


Vórtice está incluida en el Índice de Revistas Mexicanas de Divulgación Científica y Tecnológica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Publica artículos de divulgación relacionados con las ciencias y las humanidades, y textos breves que transmitan el gusto por el conocimiento científico. El contenido de los artículos es responsabilidad de cada autor. Esta revista proporciona acceso abierto inmediato a su contenido, con base en el principio de ofrecer al público un acceso libre a las investigaciones para contribuir a un mayor intercambio global de conocimientos. Se distribuye bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.

Todo lo que crece: la agricultura regenerativa