Epidemias, el cuento de nunca acabar: Desde el México prehispánico hasta la actualidad

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Epidemias, el cuento de nunca acabar: Desde el México prehispánico hasta la actualidad

Ser Humano

Epidemias, el cuento de nunca acabar: Desde el México prehispánico hasta la actualidad

La Guerra de los Mundos es una novela de ciencia ficción escrita por H. G. Wells. Fue publicada hace más de 100 años (1898), y se han hecho un par de adaptaciones en el cine, la más reciente en 2005, con Tom Cruise. En este libro se narra una invasión extraterrestre en la Tierra. ¿Adivinas quién gana? Si leíste la novela o viste la película, seguramente sabes: los seres humanos, pero no necesariamente gracias a ellos o a las armas –o no a las armas visibles–. ¡Los extraterrestres terminan infectándose con alguna bacteria o virus!

 

Es sorprendente que en una historia de ciencia ficción los virus sean nuestros salvadores. En la realidad, estos seres microscópicos son responsables de cientos de miles de muertes desde tiempos inmemorables. Fueron los primeros organismos en poblar el planeta y siguen causando estragos, tantos que hoy utilizamos cubrebocas gracias al virus culpable de la más reciente pandemia, conocida a nivel mundial como Coronavirus.

 

Un académico llamado Porter [1] dice que “las epidemias brotan con las sociedades; la enfermedad ha sido, y seguirá siendo, un producto social no menos importante que la medicina que la combate”.

 

La pandemia por la COVID-19 nos puso a debatir de nuevo sobre la importancia de la medicina, sus avances y sus limitantes, así como la fiereza con la que atacan ciertos virus y lo catastrófico que son las epidemias en todos los aspectos de la vida en sociedad y del ser humano. El mundo se detuvo, las interacciones sociales estuvieron limitadas, los comercios y la imparable economía mundial tuvo caídas y retrocesos. Los sistemas sociopolítico-económicos que nos rigen se vieron rebasados.

 

Por ello, es necesario observar la historia de la salud, de la medicina y las enfermedades para darnos cuenta de que las epidemias, a pesar de ser recurrentes, pareciera que cada vez toman por sorpresa a la humanidad.

 

Historia mexicana de las catástrofes virales

 

México es un país relativamente joven, con poco más de 200 años de historia. Antes de eso, la región que comprende lo que hoy conocemos como México estuvo gobernada por la corona española. Incluso antes, en la historia mesoamericana nos encontramos con diversos grupos de población: pequeños y grandes asentamientos más o menos establecidos, grupos de cazadores-recolectores, grupos seminómadas, pueblos guerreros y grandes ciudades, como la popular Tenochtitlán, fundada en el lago de Texcoco, entre otros asentamientos.

 

A todos estos grupos de población se les conoce, desde una visión de la historia, como prehispánicos, y se desarrollaron en lo que es llamado como Mesoamérica, término acuñado por el etnógrafo alemán Paul Kirchhoff. Los exploradores europeos y particularmente castellanos, comenzaron a nombrar estas regiones de diversas formas. En algunas cartas se le llama Nuevo Mundo a la suma del territorio “descubierto”, después se nombraría como América al continente por completo, y en específico, a lo que hoy es México y ciertas regiones de centroamérica se le llamaría Nueva España.

 

La visión eurocéntrica resalta la llegada de la civilización a partir de la conquista de este vasto territorio, habitado por diferentes grupos de población. Para ciertos especialistas en el tema, como Edmundo O’Gorman [2], ésta es una visión polémica y hasta antigua, es decir, no vigente. Aunque de manera técnica y práctica se les puede nombrar como prehispánicos, surge el debate sobre si es una manera de menospreciar la compleja historia de los pueblos que habitaron en territorio mesoamericano antes de la llegada de los españoles.

 

Aunque pareciera que somos los primeros en el mundo en vivir una pandemia, la realidad es que existe una diversidad de datos registrados que nos dan a entender que hubo brotes de enfermedades y/o epidemias en territorio mexicano desde su “historia antigua” hasta la actualidad. No está demás señalar la diferencia entre epidemia y pandemia, tomando en cuenta el origen etimológico de los términos griegos sucesivamente: ἐπιδημία (sobre un pueblo) y πανδημία (todos los pueblos).

 

Un viaje al pasado prehispánico

 

En 1446 una gran inundación propició la contaminación de las aguas. Para 1448 ocurre lo contrario [3], la escasez de agua y cosechas promovió la hambruna. En el año 7 Tochtli (1486) ocurre la “gran pestilencia” que atribuye el abandono de Tula, en que la muerte alcanzó al 90% de la población tolteca. En la antigüedad se creía que las enfermedades eran producto de la contaminación del aire y producía un envenenamiento mortal.

 

Para el año 10-conejo (Tochtli) de la era mexicana (1450-1454) sobreviene el “catarro pestilencial”, lo que probablemente fue un virus de influenza que se esparció gracias a los cambios climatológicos. Hubo heladas extemporáneas que trajeron consigo escasez en recursos hídricos (sequías), hambre y enfermedades; causaron una gran mortandad. Los Gobernantes de la Triple Alianza (o Ēxcān Tlahtōlōyān en náhuatl): Moctezuma I o Moctezuma Ilhuicamina, Nezahualcóyotl y Totoquihuatzin tomaron medidas contra la hambruna, suspendieron el levantamiento de tributos por un periodo de seis años conocido como “calamidad”, y lo recaudado en años anteriores lo repartieron entre la población con mayor escasez.

 

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Diseño de Sofía Soriano Amador

Por otra parte, la población azteca entre los años 1456-1465 sufrió de una epidemia que posiblemente se trató de difteria, se trató de una infección de origen bacteriano causada por Corynebacterium diphtheria, que afecta las vías respiratorias principalmente garganta, produciendo fiebre y exceso de mucosidad.

 

Previo a la llegada de los españoles, entre 1446 y 1508, los poblados de Xochtlán, Tequantepec y Amaxtlan padecieron enfermedades respiratorias y tifus murino (del latín typhus y mus, muris, ratón), o tifus endémico: era una variante del tifus exantemático, que se transmitía a través de las pulgas de sus huéspedes (ratas, roedores similares y gatos). La infección es causada por las bacterias Rickettsia typhi y Rickettsia felis, las cuales producen erupciones y también se le conoce como Tabardete o Tabardillo.

 

A raíz de la llegada de los españoles a México, se desencadenó en Tenochtitlán una terrible enfermedad en el segundo semestre de 1520, con la que miles de indígenas murieron, incluido Cuitláhuac, el huey tlatoani. En 2020, se cumplieron 500 años de una de las epidemias más citadas y catastróficas ocurridas en México: la temida viruela.

 

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Diseño de Sofía Soriano Amador

De acuerdo con diversos cronistas e investigadores [4], aún no había terminado la conquista cuando se produjo la mortífera epidemia. Se cree que el responsable del contagio de la viruela fue el esclavo africano Francisco de Eguía, traído por Pánfilo Narváez, quien era proveniente del Norte de España y a quien se le puede considerar como el paciente cero.

 

Un término utilizado para hacer referencia a estas enfermedades que les daban a un gran número de la población fue Cocoliztli, que significa “el mal que nos da a nosotros”, pues sólo les daba a ellos (los indígenas), debido a la inmunidad de los españoles. A veces agregaban una segunda palabra para indicar las características de la enfermedad a detalle, tal fue el caso de lo ocurrido con el brote de sarampión a poco más de una década del brote de la viruela, en 1531, con el cual también hubo una gran mortandad. Fue la segunda epidemia traída por los españoles. Ésta se propagó rápidamente entre los indígenas y produjo estragos considerables. Se le llamó záhuatl tepiton o tepitonzahuatl, cuyo significado es “lepra chica” o de granos chiquitos, para diferenciarla de la viruela, a la que llamaron “hueyzahuatl cocoliztli”, que significa “enfermedad de granos grandes que nos da a todos”.

 

En 1545 sobrevino la tercera epidemia del siglo XVI, por la que murió el 85 % de la población originaria de México, que representaba poco más de 14 millones de indígenas; después de la peste negra, ésta es considerada la más mortífera en la historia de las epidemias, y fue llamadaHuey cocoliztli matlazahuatl”, es decir, gran epidemia de granos o manchas azuladas en forma de red. Dentro de los síntomas existían fiebres muy altas y pujamiento con sangre. Se trataba de un padecimiento febril hemorrágico, que incluía un síndrome con cólico sangriento.

 

Cuando la gente iniciaba con las erupciones y molestias, se iba a dar baños al río [5]; quienes se bañaban en el río terminaban infectados, por eso hoy al río naciente de Tlaxcala se le conoce como Zahuapan, que proviene de la lengua náhuatl y significa “agua que cura los granos”, o “río Zahuatl” (de los granos).

 

Por su parte, el académico e investigador Carlos Viesca Treviño plantea en una entrevista [12] que el tifo epidémico fue acarreado de Europa, ya que según los relatos “las ratas negras corrían de la costa hacia los altiplanos”. Las ratas bajaron de los barcos; sin embargo, la rata no muere por la infección, sólo es portadora; el piojo es el transmisor. El “matlazahuatl” también mató a mucha gente y se expandió de la costa al altiplano de México, y luego hacia las periferias.

 

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Diseño de Sofía Soriano Amador

Fiebre, sangre y moscos durante el siglo XVI

 

En los años posteriores (1555) en la Nueva España, las tasas de mortalidad a raíz de brotes y rebrotes de viruela y sarampión continuaron, pero ya no fueron considerados epidemias, sino endemias (proceso de enfermedades que se queda en la población huésped en un nivel estable); sin embargo, la “calma” duró sólo hasta 1576.

 

La epidemia de 1576 no tuvo precedentes ya que casi acaba con la población. Considerada la más grave del siglo XVI, fue llamada Huey cocoliztli, no le agregaron otro término, no supieron qué era. Recientemente, investigadores alemanes sugirieron que fue tifoidea, por hallazgos realizados en restos en Oaxaca correspondientes a esos años. Pero, para Viesca [12], lo anterior es un disparate: en tres meses mató a un millón doscientas mil personas en el Altiplano Central, y considera que no hay tifoidea que mate a ese número de personas. También se mencionó que pudo haber sido paludismo o hepatitis epidémica, pero es poco probable. Varios investigadores [12] llegaron a pensar que se trataba de peste bubónica. Entre 1575-1576 existió esa epidemia en China, Filipinas, Venecia y Europa. No obstante, al analizar la distribución geográfica del inicio del brote consideraron cambiar de opinión, pues los primeros lugares en que se dio no fueron en las costas, ni Acapulco, San Blas, Veracruz o Yucatán, tampoco sobrevino en las Antillas. Viesca [12] en entrevista dice: “creo que se trató de una fiebre hemorrágica, ya que se empezaron a poblar áreas mineras en Durango y Zacatecas y por esos años esa fiebre fue muy bien descrita por dos médicos: el médico de Felipe II, Francisco Hernández, y Alonso López de Hinojosos”.

 

Entre los esclavos hubo enfermedades constantes como diarreas, neumonía, paludismo, fiebre amarilla, lepra y sífilis. Por lo que otra epidemia que azotó en el siglo XVI fue el paludismo, que también llegó con los esclavos. La población que se vio más afectada fue la de zonas costeras. A finales del siglo, en 1596, hubo una epidemia intercalada entre sarampión, paperas y tabardillo. Durante el siglo de la conquista murieron millones de personas por consecuencia de las epidemias. Se especula que “desde Durango hasta Guatemala, posterior a la llegada de los españoles habitaban entre 25 a 30 millones de personas, pero para 1590 solo quedó un millón”.

 

México independiente, territorio de bacterias y virus

 

Entre 1736 y 1739 la sociedad novohispana fue azotada una vez más por un funesto padecimiento, una gran epidemia de matlazáhuatl. En varios libros [7, 8] se documentaron ésta y las epidemias anteriores. Este tipo de trabajos sirvió de guía acerca de los recursos médicos empleados, registro de cementerios, fosas comunes, sintomatología y las medidas adoptadas por el gobierno para combatir dicha epidemia y evitar su propagación, así como explicaciones divinas de los males que los acechaban. Al final menciona que el desenlace de la tormentosa enfermedad se consideró un hecho religioso atribuido a la virgen de Guadalupe.

 

En Cuautitlán, al norte del Estado de México, en lo que hoy es Ciudad de México, Puebla y Tlaxcala, en el año de 1813 hubo una epidemia de tifo europeo, el saldo de víctimas fue de 3114. Dentro de los síntomas se encontraba dolor agudo en piernas, amargura en boca y vómito.

 

A estas enfermedades infecciosas que traían consigo altas temperaturas se les conocía como “fiebres misteriosas”, ya que no conocían su origen. Todas las anteriores eran consecuencia de las crisis alimentarias y de salud pública que los atacaban.

 

Las situaciones adversas de salubridad también afectaron las fuentes hídricas. En 1833 hubo una contaminación por la bacteria Vibrio cholerae, responsable de producir la epidemia de cólera que mató a 325 000 personas dentro del territorio nacional.

 

Mazatlán, por ser un puerto, sufrió de varias epidemias. En 1884 hubo una conocida como “fiebre amarilla”, cuyo nombre hace alusión a uno de los principales síntomas, fiebre e ictericia (palidez y/o coloración amarilla en piel). Falleció un total de 2541 víctimas a causa de esta enfermedad vírica aguda. A principios del siglo XX, entre 1902 y 1903, arribó la fatídica “peste negra o bubónica”, nombre que hace referencia a la formación de una especie de ampolla conocida como “bubón”, que es resultado de la inflamación de los ganglios linfáticos y/o muerte negra, ya que cuando la infección traspasaba a la sangre al dispersarse, se manifestaba con ennegrecimiento en la piel. Era causada por la bacteria Yersinia pestis,que es transmitida por las pulgas de roedores (ratas y ratones) [8].

 

Se cree que la enfermedad llegó en el buque Curazao proveniente de San Francisco, California, con un total de 824 personas infectadas y de las cuales murieron 582. Para contener la propagación, se llevaron a cabo las siguientes medidas: desinfección y quema de 1399 y 1103 casas, respectivamente; fumigación de ratas, y lo más relevante, el aislamiento real de 2146 personas en un lazareto en la isla de Belvedere, que eran centros para recluir a enfermos con “males contagiosos” o disponer en cuarentena a viajeros infectados o sospechosos, así como la aplicación de 17 460 dosis de suero Yersin.

 

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Diseño de Sofía Soriano Amador

Otra infección bacteriana que causó estragos en el territorio y que fue descubierta precisamente en México por el doctor Howard Taylor Ricketts durante la epidemia de 1909 fue el “tifo”, palabra que deriva del griego typhus y significa “estupor”. Es una enfermedad infecciosa causada por bacterias de la familia de las rickettsias (Rickettsia typhi o Rickettsia prowazekii); este nombre es en honor a su descubridor, y la que finalmente causaría su muerte en mayo de 1910. La infección es transmitida por piojos infectados que excretan a las bacterias en sus heces, e ingresa en el hospedero a través de la herida una vez que la persona se frota a consecuencia del piquete. Frecuentemente, ha sido confundida con la fiebre tifoidea la cual es causada por la bacteria Salmonella typhi.

 

La mal conocida como “gripe española” (pues no se originó en España) dejó medio millón de muertos en México en 1918. Hay quienes aseguran que el brote influenza del virus A, del subtipo H1N1, ha sido el peor episodio de enfermedad que ha vivido el mundo [10]; las estimaciones datan que murieron aproximadamente 40 millones de personas. Cabe destacar que por su distribución y alcance fue considerada pandemia.

 

En 1940 hubo una infección causada por un parásito del género Plasmodium responsable de producir la enfermedad conocida como paludismo, dejó 24 000 muertos y se transmite por la picadura del mosquito vector Anopheles. Fue hasta 80 años después (2002) que se considera erradicado.

 

Entre los años de 1948 y 1955 se registraron 1100 casos de una infección viral (poliovirus) que causa la enfermedad de la polio o poliomielitis. La infección ingresa generalmente por la boca al tener contacto con heces infectadas, afectando la médula espinal y causa debilidad muscular y parálisis.

 

En 2009, a 90 años de la “gripe española”, ingresa nuevamente por el puerto de Veracruz el virus A/H1N1, de origen porcino, que produce la gripe o influenza porcina. La Organización Mundial de la Salud la declaró como pandemia ya que hubo 16 mil muertes alrededor del mundo, y alcanzó 11 países de América y Europa, mientras que en México se registraron mil muertos y otros mil infectados.

 

Ya para 2019, a poco más de 100 años de la “gripe española”, nos ataca de nuevo una pandemia viral, originada en Wuhan, China, con 293 millones de casos alrededor del mundo y poco más de 5.45 millones de muertes a nivel mundial. En México las cifras son de 3.9 millones de casos y 300 mil muertes. A pesar de que a la fecha (enero de 2022) una gran parte de la población ha sido vacunada, aún no hemos logrado erradicarla. dejando marcada una vez más la historia de México y de la humanidad.

 

Como podemos ver, la convivencia de los seres humanos con otros organismos no es nueva, y es algo que permanecerá durante el curso de la historia de la humanidad. Aunque el avance de la tecnología y la medicina es cada vez más potente e innovador, ciertos agentes no reconocidos o disfrazados en nuestro sistema inmune nos siguen sorprendiendo y continúan generando estragos. Es así que la investigación sobre los virus, pandemias y epidemias es relevante en el contexto actual global, así como la creación de vacunas y otros métodos de supervivencia de la especie humana. Aun cuando estos agentes u organismos no son extraterrestres y convivimos día a día con ellos, ya que en su mayoría son inofensivos e inclusive los requerimos para vivir –tal es el caso de los habitantes de nuestra biota intestinal–, existe una pequeña fracción que son la excepción a la regla y nos obligan a estar alertas, ya que como humanidad tenemos una batalla que ganar.

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Referencias

[1] Porter, R., 2004 . Breve Historia de la Medicina.: s.n.

[2] O´Gorman, E., 2006. La invención de América. CDMX, Fondo de Cultura Económica

[3] Veytia, M. D., 1836. Historia antigua de Méjico 1718-1780

[4] Mandujano Sánchez, A., Camarillo Solache, L. & Mandujano, M. A., 2003. Historia de las epidemias en el México Antiguo, algunos aspectos biológicos y sociales. Revista Casa del Tiempo, abril.

[5] Camargo, D. M. 1892. Historia de Tlaxcala. Oficina tip. de la Secretaría de Fomento.

[6] INAH, 2021. La epidemia de viruela negra, un aliado silencioso e infalible en la caída, CDMX: s.n.

[7] Cabrera y Quintero, C., 1746. Escudo de armas de México: celestial protección de esta nobilissima ciudad, de la Nueva-España, y de casi todo el Nuevo Mundo, María Santissima, en su portentosa imagen…. s.l.:s.n.

[8] Cuesta, M. S., & Cuesta, M. E. S. (2013). Cayetano Cabrera Quintero, “El Escudo de Armas de México” y el matlazáhuatl. Arqueología mexicana, 21(123), 78-83.

[9] Carrillo, A. M., 2005. ¿Estado de peste o estado de sitio?: Sinaloa y Baja California, 1902-1903. Historia Mexicana , 54(4).

[10] Vallejos-Parás, A., & Cabrera-Gaytán, D. A. (2017). El cuarto jinete: fiebre amarilla. Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, 55(2), 230-232.

[11] Iturriaga, J., 2020. Historia de las epidemias en México. s.l.:s.n.

[12] Viesca Treviño, C. “Epidemias en México: De piojos en ratas de barcos, a virus en aviones”. CDMX,. El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/cultura/epidemias-en-mexico-de-piojos-en-ratas-de-barcos-virus-en-aviones

Portada: Ilustración en Bernardino de Sahagún (1499-1590), compiler.

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