En exclusiva: la Tierra rompe el silencio

Seguramente has notado los cambios que están ocurriendo en nuestro planeta, cada vez hay más contaminación y menos agua en las ciudades. Escuchas y lees en las noticias que la temperatura de la Tierra está aumentando y que se agregan más especies a la lista de extinción. Pero, ¿qué está pasando?, ¿por qué el planeta no puede satisfacer nuestras necesidades como en el pasado?, ¿qué ha cambiado?, ¿acaso nosotros tenemos algo que ver? Nos dimos a la tarea de conversar con el planeta Tierra para conocer las respuestas a éstas y otras preguntas; esto fue lo que sucedió.

En exclusiva para Vórtice, la Tierra primero nos explicó la conexión necesaria entre los seres humanos y el medio ambiente, y que gracias a los recursos naturales que nos brinda podemos alimentarnos, beber agua, tener materiales de construcción y medicinas. Sin embargo, para satisfacer nuestras necesidades, hemos causado su deterioro. Le pedimos que nos cuente más sobre los síntomas que tiene, a lo que responde:

Tengo fiebre y mucha de sed

Tierra: “Tal vez te has dado cuenta que con el paso del tiempo mis veranos son más calurosos y prefieres usar ropa más ligera y, por el contrario, mis inviernos son menos fríos y escoges ropa menos abrigadora. Los científicos han recopilado información sobre mí, sobre la atmósfera, el océano y los polos; eso les dice que mi temperatura está subiendo. Los gases de efecto invernadero generan el calentamiento global y, aunque estos se encuentran en la atmósfera de forma natural, las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, el uso de vehículos, la tala de bosques y la cría de ganado están ocasionando que haya mucho más, lo que incrementa mi temperatura como si tuviera fiebre. En consecuencia, se afecta la producción de cultivos de los que se alimentan humanos y animales, disminuyen los recursos de agua dulce que bebes y utilizas día a día, e impacta la salud humana, provocando desnutrición durante las hambrunas y muertes en las olas de calor [1, 2]”.

“Pero también me estoy deshidratando por la crisis del agua. Entiendo que el agua es un recurso indispensable para la vida; no sólo compone aproximadamente el 60% de tu cuerpo, sino que la utilizan todos los días para beberla, cocinar, limpiar, cosechar sus alimentos y hasta en su producción industrial. A pesar de ello, su consumo es desmedido y la contaminan; también está el calentamiento global, que pone en riesgo su accesibilidad que de por sí ya es limitada, pues menos del 1% de mi agua es agua dulce disponible y útil para el uso humano. La escasez del agua ha causado hambrunas, migraciones y enfermedades, además de dañar a mis ecosistemas [3]. Esto ya es una realidad en algunos lugares de su país, México, como Nuevo León que se ha visto muy afectado debido a la escasez; lugares como la Ciudad de México implementan en mayor medida la captación de agua de lluvia para evitar esta problemática. De hecho, les asombrará saber que cuatro mil millones de personas, algo así como dos tercios de toda la población que habita en mí, sufren una grave escasez de agua durante al menos un mes cada año” [4].

A estas alturas de la entrevista, resulta imposible no sentirse triste y pensar en que debemos continuar nuestra existencia reconociendo que cuidar o descuidar el mundo en el que vivimos tendrá repercusiones sobre nosotros mismos. La charla continua, nos explica más sobre su estado de salud y nos detalla lo que le sucede.

¡Peligro! Estoy intoxicada y mis habitantes tienen hambre

La Tierra: “La contaminación, es decir, los residuos que ustedes los humanos generan, afectan el aire que respiran, el suelo sobre el que viven y siembran sus alimentos, el agua que consumen y el océano del que tanto disfrutan en vacaciones; todo esto se daña debido a su consumo excesivo, sin tener presente las consecuencias, poniendo en peligro su propia salud y el bienestar de todo ser vivo que habita en mí [5]. Aunque los productos químicos les aportan grandes beneficios (por ejemplo en el control de enfermedades y la obtención de los alimentos), la producción y liberación de plásticos, compuestos industriales, antibióticos y otros contaminantes es tan rápida que no es seguro para la humanidad y pueden ocasionar enfermedades en el corazón, riñones, piel y sistema reproductivo, sin mencionar los efectos adversos en mis ecosistemas [6]”.

“Además, los alimentos sólo son accesibles para algunos, pero son preocupación de muchos. En un mundo ideal todas las personas deberían tener una buena alimentación, pero tristemente no es así; déjame explicarte el término ‘inseguridad alimentaria’: sucede cuando alguien tiene dificultades para acceder o adquirir alimentos nutritivos y en cantidades suficientes que le permitan saciar su hambre, crecer y desarrollarse de forma normal, así como tener una vida activa y saludable [7]. Esto también pasa en algunos lugares. Por ejemplo, en México el aguacate y el limón han llegado a ser productos que no toda la población puede adquirir debido a su alto costo. ¿Te imaginas comer tus taquitos sin limón o el pozole sin aguacate? ¿No probar tu comida favorita o no poder comprar esa fruta que tanto te gusta? También es cada vez es más común que la productividad agrícola se vea perjudicada por los efectos del cambio climático como las sequías o inundaciones, que dañan las cosechas ocasionando que se incrementen sus precios y/o que no se tengan los recursos económicos para obtenerlos”.

¡Estoy perdiendo mi biodiversidad!

La Tierra: “Es bien sabido que los seres humanos están acabando con los recursos naturales y que siguen destruyendo el hábitat de miles de especies en la búsqueda de satisfacer sus necesidades de alimentación, salud, vivienda, trabajo y esparcimiento [8]. Podrás darte cuenta que donde antes existía un bosque en el cual caminar, una selva con un clima agradable para disfrutar, un pastizal con una variedad de animales, un manglar que podía evitar inundaciones, una laguna o un arrecife con diversos peces, ahora se han convertido en extensiones de campos agrícolas o ganaderos, presas, carreteras y ciudades. Aunque no lo parezca ¡me estoy quedando sin vida!”