En busca del primer hablante

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En busca del primer hablante

Ser Humano

En busca del primer hablante

Uno de los más antiguos contadores de historias, Heródoto [1], nos relata una anécdota sobre el rey Psamético I de Egipto. Para probar la creencia de los egipcios de ser los hombres más antiguos del mundo, mandó tomar a dos recién nacidos, los entregó a un pastor y le ordenó que los criara del siguiente modo: tenía que ponerlos en una cabaña, solos, y nadie debía pronunciar palabra frente a ellos. Lo que el rey Psamético buscaba con esto era poder observar cuál era la primera palabra pronunciada por los niños. Después de dos años, un día que el pastor entraba en la cabaña, los niños le alargaban las manos pronunciando al mismo tiempo la palabra becos. Al principio esto no tuvo ninguna importancia, pero al notar que el hecho se repetía, el pastor decidió comunicárselo al rey. Los niños fueron llevados ante Psamético y, cuando éste hubo escuchado aquella palabra e indagando a qué idioma pertenecía, encontró que becos era el vocablo frigio para referirse al pan. Con esto quedó demostrado que los egipcios no eran los más antiguos, sino los frigios.  

 

Para el rey Psamético, el lenguaje es algo natural e innato capaz de surgir en condiciones de aislamiento, es decir, aun cuando el niño jamás ha sido expuesto a ninguna lengua. Un lenguaje surgido en estas condiciones sería una especie de lenguaje puro, una herramienta natural que todos tendríamos. El rey Psamético supone también que el lenguaje puede dar cuenta de la antigüedad de un pueblo, y en ello está implícita la idea de que el lenguaje no se mantiene en su estado primigenio, sino que cambia, dando origen a una serie de variaciones.

 

Psamético confunde la capacidad para obtener un lenguaje con el hecho de adquirirlo. Tener la capacidad para adquirir determinada habilidad, no significa que surgirá de manera espontánea. En lo que debemos poner atención es que, a pesar de que se acepta la posibilidad de adquirir una lengua en condiciones de aislamiento, en la anécdota la idea de lenguaje está unida a la idea de pueblo, esto es, que el lenguaje parece tener un carácter social y cultural. Por último, el personaje de la historia nunca se plantea la posibilidad de individuos sin lenguaje, de seres humanos viviendo en grupo sin éste.

 

A partir de aquí podemos plantearnos si la capacidad de adquirir un lenguaje siempre ha estado presente en los seres humanos, y si no es así, cómo surgió; asimismo, si tener la capacidad para adquirir un lenguaje implica necesariamente que el lenguaje será adquirido. Piénsese, por ejemplo, en que tener la capacidad para cantar no significa saber cantar a la perfección, sino que dicha capacidad debe desarrollarse a través de un proceso de aprendizaje.

 

Estos cuestionamientos pueden englobarse en la pregunta por el origen del lenguaje, que ha sido abordada por diversas disciplinas y cada una de ellas ha aportado algo para intentar descifrarla. Aunque estamos lejos de haber obtenido una respuesta concluyente, aquí revisaremos algunas de las principales teorías que se han desarrollado para explicar el origen del lenguaje. Así, siguiendo el espíritu de Psamético, emprendamos la busca del primer hablante, echando un vistazo a nuestro pasado evolutivo.

Estatua de Herodoto en el antiguo Halicarnaso, el moderno Bodrum en Turquía.
Estatua de Herodoto en el antiguo Halicarnaso, el moderno Bodrum en Turquía.

Preparando el terreno: de mudos y parlanchines

 

Nuestra especie, antes de constituirse como tal, pasó por una serie de procesos y cambios. El ser humano pertenece al orden de los primates, específicamente a la familia de los homínidos. Por tal motivo, al proceso por el que esta familia adquiere una serie de características que la diferencian del resto de los primates se le conoce como hominización. Los homínidos se caracterizan principalmente por una posición erguida y una marcha bípeda. En cuanto a características humanas específicas, resulta difícil determinarlas. Lo que por mucho tiempo se pensó como propiamente humano, por ejemplo, el pensamiento simbólico, que es la capacidad para crear imágenes mentales que representan la realidad, y el lenguaje, resulta estar también presente en otras especies de primates. Sin embargo, aunque se han encontrado formas complejas de comunicación en otras especies y se ha reconocido que algunos primates son capaces de llevar a cabo el pensamiento simbólico, el lenguaje humano resulta especialmente complejo en su capacidad para generar expresiones lingüísticas de manera ilimitada a partir de un vocabulario limitado.

 

Tener presente la distinción entre pensamiento simbólico y lenguaje es importante porque pensar simbólicamente no implica necesariamente haber adquirido una lengua. Esta diferencia puede verse si consideramos que podemos crear imágenes mentales de cosas sin tener palabras para designarlas o alguna otra forma de comunicarlas. La relación entre lenguaje, pensamiento y comportamiento es clave para comprender la cuestión del origen del lenguaje. Así, los elementos de los que disponemos para estudiar nuestro pasado evolutivo comprenden no sólo el registro fósil que nos informa de los cambios del cuerpo en el proceso de hominización, sino también del registro arqueológico que nos da a conocer el comportamiento de las distintas especies de homínidos. Los cambios en el comportamiento pudieron tener un impacto en la forma en que se procesa la información adquirida a través de los sentidos, las experiencias y otras vías, es decir, un impacto a nivel cognitivo que, junto con el aumento en el tamaño del cerebro, prepararon el terreno para la aparición del pensamiento simbólico y del lenguaje.

 

Si revisamos el árbol genealógico de los homínidos, nos daremos cuenta de que varios linajes florecieron al mismo tiempo. No se tiene mucha información sobre los primeros homínidos, pero puede suponerse que su cerebro y tamaño corporal era semejante al de los simios modernos, además de ser bípedos. Frederick Coolidge y Thomas Wynn [2], estudiosos del proceso evolutivo de la cognición, señalan que hubo dos saltos significativos en este proceso: el primero se dio hace aproximadamente 1.8 millones de años y fue el paso de la vida arbórea (que sucedía en los árboles) a la vida en el suelo; el segundo, fue una mejora en la memoria de trabajo en el Homo sapiens.

 

En cuanto al primer punto, uno de los retos centrales de la vida en el suelo fue el protegerse contra los depredadores. Esto pudo traer como consecuencia el aumento en el tamaño del grupo, que a su vez debió tener un impacto a nivel cognitivo, pues las habilidades sociales requieren, entre otros factores, el reconocimiento de rostros, la memoria de la reciprocidad y la capacidad de establecer múltiples relaciones. La necesidad de protegerse se vio favorecida por el uso de fuego, cuya búsqueda y manutención implicó también el desarrollo de habilidades específicas. Asimismo, es posible que la vida en el suelo tuviera un impacto en la conciencia espacial y en la memoria, pues el rango del territorio cubierto por el grupo se expandió. Pero uno de los impactos más significativos fue el cambio en los hábitos de sueño. La vida en el suelo permitió una mejora en la cantidad y en la calidad del sueño, beneficiando aspectos como la creatividad y la memoria.

 

Con la aparición del Homo sapiens, el segundo gran salto en la evolución de la cognición es necesario buscarlo en el registro arqueológico de actividades relacionadas con capacidades como la planificación, el procesamiento secuencial y el control de los impulsos. La presencia de algunos sistemas técnicos, como trampas, en tanto que persiguen un fin en específico y requieren de un trabajo que no da frutos al momento, son una prueba de la presencia de habilidades de autocontrol y procesamiento secuencial. También se encuentra una planificación de la alimentación y procesos de expansión con viajes para llegar a otros territorios. A partir de entonces las interacciones sociales se vuelven complejas, convirtiéndose dicha complejidad en un rasgo característico de nuestra especie, tal como lo señalan las palabras del doctor Alysson Moutri, referidas por Agustín Ávila: “nosotros vivimos en grupos grandísimos, por ejemplo, los chimpancés viven en grupos de máximo cincuenta individuos, mientras que nuestras ciudades son enormes, y la complejidad de nuestras interacciones sociales es mucho mayor” [3].

 

El origen del bla bla bla

 

En el periodo correspondiente al primer salto, antes de la aparición del Homo sapiens, es difícil constatar la presencia de un pensamiento simbólico, al menos no como el de los humanos modernos. Esto no quiere decir que las especies de homínidos que nos antecedieron no fueran inteligentes, sino que eran inteligentes a su manera. Muchas técnicas para trabajar la piedra, por ejemplo, muestran desarrollos cognitivos importantes en las primeras familias de Homo, así como una capacidad de adaptación al ambiente. Además, es en este primer período en donde comienza el proceso de encefalización: el aumento en el tamaño del cerebro. Un cerebro más grande tuvo un impacto a nivel cognitivo, pero este hecho no explica por sí solo la aparición del lenguaje. Podemos suponer que las especies de homínidos anteriores al Homo sapiens, poseían formas de comunicación –como puede observarse en otras especies de animales (el canto de los pájaros, el ladrido de los perros, los movimientos y posturas de los chimpancés) [4]–. Pero estaban lejos de ser un lenguaje articulado que, junto con un pensamiento simbólico, les permitiera generar alternativas, plantearse posibilidades y considerar cosas no observables directamente. Ian Tattersall [5], estudioso de la evolución humana, nos dice que en esta primera etapa se dio un desarrollo en la inteligencia intuitiva de los homínidos, es decir, su capacidad para resolver problemas y desarrollar habilidades se daba de manera inconsciente.

Evolución humana, por Bobrova Natalia.
Evolución humana, por Bobrova Natalia.

El Homo sapiens entra en escena hace aproximadamente 200 mil años. Nuestra especie ya contaba con una estructura neural (sistema nervioso) que iba a posibilitar la realización de asociaciones complejas para el desarrollo del pensamiento simbólico. No obstante, como mencionamos al principio, tener la capacidad para el pensamiento simbólico y para el lenguaje no explica la aparición de estos dos elementos. Incluso, los primeros humanos conservaban rasgos antiguos a nivel de cognición y no poseían un lenguaje articulado. Los indicios más sólidos de la aparición de un pensamiento simbólico datan de unos 100 mil años, con la fabricación de conchas marinas perforadas a manera de cuentas, algunas veces teñidas. Los ornamentos corporales, al ser indicadores de aspectos como la pertenencia a un grupo, la edad o el estatus social, nos muestran la capacidad para manipular información simbólicamente.

 

Otros hallazgos importantes fueron dos placas de ocre con patrones geométricos grabados encontradas en la cueva de Blombos, en la costa sur de África. Estas dos placas son de hace 77 mil años y fueron grabadas en momentos distintos. Esto sugiere la presencia de un significado y su conservación a través del tiempo por los miembros del grupo. A unos 200 km de distancia de la cueva mencionada, se encontraron cáscaras de huevo de avestruz también con grabados geométricos, de unos 60 mil años de antigüedad. Asimismo, es por este período (hace 70-60 mil años) que el Homo sapiens comienza a salir de África y se puede decir con seguridad que ya contaban con pensamiento simbólico. Las pinturas rupestres de Francia y España son de hace 40 mil años y, al compararlas con las de otras zonas que tienen la misma antigüedad, como las de Sulawesi, en Indonesia, podemos inferir que ambas tradiciones pueden tener su origen en África.

 

Con la aparición del pensamiento simbólico hemos encontrado a nuestro primer hablante. Lenguaje y pensamiento simbólico son dos características que debieron aparecer conjuntamente. Esto fue un proceso gradual. Seguramente las primeras articulaciones lingüísticas fueron sencillas, con monosílabos. Considerando que anatómicamente los primeros Homo sapiens eran iguales a nosotros, con la aparición del pensamiento simbólico las articulaciones lingüísticas fueron cada vez más complejas. El lenguaje tiene una función comunicativa y, por tanto, un carácter público. Es la expresión del pensamiento a través del uso de signos compartidos por una comunidad lo que permite la comunicación. El lenguaje, de la mano del pensamiento simbólico, debió surgir en el seno de una comunidad. ¿De qué hablaron los primeros hablantes? Podemos intuirlo a partir de lo que plasmaron en las cuevas, por el tipo de herramientas que usaban, por los ornamentos y otros objetos que sobreviven; pero jamás lo sabremos con exactitud. Con todo, el hecho mismo de que podamos preguntárnoslo, de que yo pueda escribir estas líneas y tú, lector, puedas comprender mi pensamiento, es algo que le debemos a ellos.

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Referencias

 

[1] Heródoto (1999), Los nueve libros de la historia, Conaculta-océano.

 

[2] Coolidge, F. L., Wynn, T., Overmann, K. A., & Hicks, J. M. (2015), Cognitive archaeology and the cognitive sciences, En Human paleoneurology (pp. 177-208). Springer, Cham.

 

[3] Ávila, A. (2021), Un garapiñado extraño de neuronas que nos habla de nuestros ancestros (y de nosotros), Vórtice, 2021: http://vortice.uaem.mx/buggy/un-garapinado-extrano-de-neuronas-que-nos-habla-de-nuestros-ancestros-y-de-nosotros/

 

[4] Arrizabalaga, Á. R., & Velasco, S. R. (2016), Origen del lenguaje: un enfoque multidisciplinar, Ludus Vitalis, 17(31), 103-141.

 

[5] Tattersall, I. (2016), A tentative framework for the acquisition of language and modern human cognition, J. Anthropol. Sci, 94, 157-166.

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