Crónica de una duda encendida
Ser humano

Hace unos meses, mientras estaba en una fiesta platicando con mi amiga Eloísa, salió el tema de mi proyecto de maestría, que trata sobre residuos electrónicos y su impacto ambiental. Le empecé a contar con entusiasmo —y quizá demasiados detalles técnicos— cómo estoy abordando el tema desde la investigación, enfocándome en la gestión y reciclaje de dispositivos como celulares, computadoras y electrodomésticos. En medio de la conversación, Eloísa, que siempre tiene un comentario ingenioso o una pregunta inesperada, me interrumpió con algo que me tomó por sorpresa: “¿Y los vapeadores, cómo se reciclan? Ahora están muy de moda entre la chaviza”.
¡Tantos meses de haber leído sobre residuos electrónicos y no se me ocurría una respuesta! Debía ser la música que no me dejaba pensar. Lo único que pude decirle fue: “si los vapeadores tienen pilas, entonces son residuos eléctricos, pero si tienen nicotina, también son residuos peligrosos”. A lo que ella me respondió: “¿entonces se pueden reciclar o a dónde se llevan?” Traté de recordar si dentro de todo lo que había leído estaba la palabra vapeador… y no. Supuse que si no había lugares para reciclar los vapeadores, probablemente eran tirados a la basura. Fue ahí donde se me quedó la espinita de querer saber más sobre su impacto al medio ambiente y darle una respuesta a Eloísa. “Pero no quieres la respuesta ahorita, ¿verdad?”, le dije y seguí comiendo mis papitas.
Al otro día, me llevé una sorpresa mientras leía más y más sobre los vapeadores: no sólo son populares entre adolescentes, sino también entre los adultos. Una de las razones por las cuales son consumidos es porque se piensa que vapear es menos dañino que el cigarro convencional (spoiler: ¡no es verdad!) [1]. Los hay de muchísimos sabores, incluso algunos sin nicotina. De hecho, mucha gente piensa que puede ser una solución para dejar de fumar, pero no hay suficiente información que compruebe que sí ayudan [1]. También se ha visto que el acceso a internet y el uso de redes sociales ocasiona que los y las adolescentes quieran probarlos y a la larga fumen cigarro [2].
También me di cuenta de que la mayor parte de la información en español disponible se enfocaba más en las consecuencias a la salud que en el impacto ambiental de los vapeadores. Algunos de los efectos en la salud más estudiados es el daño ocasionado en los tejidos de las vías respiratorias, incremento de la presión arterial, rigidez arterial, cambios en el sistema inmune y nervioso central, así como de alteraciones genéticas [1].
La poca información existente sobre el impacto ambiental de los vapeadores estaba en artículos científicos en inglés, lo que la hacía poco accesible. Sabía que si quería darle una respuesta a mi amiga tendría que hacer uso de mis habilidades detectivescas aplicadas a la investigación. Así que me puse la gabardina, encendí la lámpara de escritorio y me dispuse a seguir las pistas: desde las patentes de los dispositivos hasta los foros de usuarios donde comentaban qué hacían con sus vapeadores cuando dejaban de servir. En ese momento, ya no era sólo una estudiante de maestría, sino una Sherlock Holmes decidida a resolver el enigma de esos pequeños artefactos humeantes.
Cada uno de los productos que utilizamos tiene un impacto en el ambiente desde su fabricación, su uso, hasta que nos deshacemos de ellos. Pensemos en cómo se produce el plástico para los vapeadores y de dónde provienen los minerales que forman parte de la resistencia eléctrica. Para su producción se requiere mucha energía y agua que se usa para la extracción de la nicotina, a esto se le suma la contaminación al agua, suelo y aire de las fábricas [3]. De hecho, se tiene identificado que el costo ambiental de los vapeadores puede ser mayor que el de los cigarros convencionales debido a sus componentes de bajo valor, lo que dificulta su reciclaje [4].
Los vapeadores así como muchos de los aparatos electrónicos que consumimos, provienen de China. Al ser fabricados allá, no se tiene control respecto al cumplimiento de las normas de exposición de metales y otras sustancias tóxicas de los países en donde son consumidos, como en el nuestro, donde su venta está prohibida [4].
El vapor que sale mientras son usados puede contaminar el aire con sustancias como aldehídos, monóxido de carbono, material particulado, compuestos orgánicos volátiles, metales pesados y nicotina [5]. Por si fuera poco, debido a la pila y a la resistencia, pueden explotar y ocasionar quemaduras en cara y manos, inclusive puede haber pérdida de dientes [6].
Es impresionante cómo su uso ha aumentado en los últimos años. Tan sólo en Estados Unidos se venden 60 millones al año, de los cuales la tercera parte son usados ¡una sola vez! [7]. De esta manera se convierten en uno de los residuos eléctricos (aquellos que para funcionar utilizan energía) que más rápido se desechan [3], a su vez se generan residuos plásticos y residuos peligrosos.

La trampa del vapor
Los vapeadores contienen una batería o pila para poder funcionar, una resistencia para calentar el e-líquido, un atomizador, el cual facilita la vaporización del líquido para su inhalación, un contenedor donde se almacena el e-líquido y una boquilla por donde se inhala. Tanto los vapeadores como los contenedores del e-líquido, llamados “pods”, son generalmente tirados a la basura [7].
Hay dos tipos de vapeadores: los desechables, que pueden durar de 200-400 inhalaciones y dejan de funcionar por la pila, y los recargables [7], que sólo requieren el cambio de los pods (puede ser rellenables o de un solo uso) y la resistencia, el vaporizador y las baterías se pueden sustituir [7].
Los que más se venden son los desechables porque son más baratos y en algunos países sus sabores no están prohibidos [8]. Un grupo de científicos de la Universidad de Oxford descubrieron que en realidad las pilas de los vapeadores desechables sí podían usarse de nuevo, pero que eran fabricadas con defectos a propósito [9]. Esto ocasiona que se generen más pilas que pueden terminar contaminando el suelo y el agua.
Debido a sus componentes, los vapeadores son considerados como residuos eléctricos, y en algunas ocasiones, si contienen suficientes sustancias tóxicas se pueden clasificar como residuos peligrosos [7]. Aunque son residuos eléctricos, las personas no logran reconocerlos como tales. En la investigación que estoy realizando por mi maestría, nos dimos cuenta de que, de las 1552 personas que encuestamos, sólo 15 sabían que los vapeadores eran residuos eléctricos.
En otra investigación en Sudáfrica, se dieron cuenta que los consumidores de vapeadores los podían desechar adecuadamente si veían a otras personas que lo estuvieran haciendo [10]. La mayoría de las personas sabían que no debían tirarlos a la basura, sin embargo, no había sitios para su reciclaje. Tampoco tenían claras las consecuencias ambientales de tirarlos a la basura [10].
Tanto los pods como los vapeadores desechables son de plástico no biodegradable que puede generar microplásticos, los cuales tienden a acumularse en los tejidos de los organismos [8]. Y por si fuera poco, el reciclaje de los pods resulta complicado debido a las sustancias que contienen [8]. Estas sustancias generalmente no se encuentran enlistadas en el empaque, son los científicos quienes en sus laboratorios las han identificado [6].
Los pods, que contienen el e-líquido, también son residuos peligrosos si presentan altas concentraciones de nicotina después de ser usados. Otra cosa que los hace residuos peligrosos son los aditivos utilizados en los saborizantes, como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), formaldehído y óxido de trioctilfosfina (TOPO) [6].
Para probar si los vapeadores son dañinos para el medio ambiente, un grupo de trabajo encabezado por Danielle Green en Reino Unido [11] hizo un experimento con la planta acuática conocida comúnmente como lenteja de mar (Lemna minor). Encontraron que el vapeador con el e-líquido no permitió el crecimiento de la planta. Por lo que llegaron a la conclusión de que los vapeadores pueden ser una amenaza para los ecosistemas acuáticos. En su investigación no agregaron las pilas del vapeador, por lo que en la realidad las consecuencias pudieran ser peores.
Los vapeadores son una fuente de contaminación por metales como aluminio, bario, cadmio, cromo, cobre, plomo, níquel, estaño y zinc y metaloides como el arsénico [12]. Si estas sustancias están presentes, son inhaladas por los consumidores a través de los atomizadores y las resistencias. Las pilas, por su parte, también liberan metales que contaminan el ambiente [3]. Una vez que llegan a la naturaleza, estos metales se quedan en los tejidos de los organismos que a su vez son consumidos por otros y así hasta que nosotros los comemos [12]. Este proceso es conocido como bioacumulación.
Cuando usamos la computadora o el celular por horas, se calientan, pero no llegan a explotar. Es porque el plástico con el que están hecho tiene unas sustancias que se llaman retardantes de flama, que también son usadas para los vapeadores (atomizador y plástico) [13]. Estos contaminantes pueden durar muchísimo tiempo en el ambiente, son comúnmente encontrados en agua y suelo. El contacto prolongado con estos ocasiona daños en el sistema reproductivo y nervioso de los organismos [13].

Mucho humo, nada de nueces
Retomando la pregunta, sobre si los vapeadores se reciclan o no, diré que no hay una respuesta sencilla; como dirían los biólogos: depende. En algunos países donde su venta sí está permitida y hay programas de acopio, como en Inglaterra, podríamos decir que sí se pueden reciclar. Sin embargo, en nuestro país están prohibidos, esto quiere decir que, la mayor parte de los vapeadores provienen del comercio informal y, por tanto, es complicado que las empresas que los producen se hagan responsables.
Hope_Mx promovió en 2022 en Instagram y Tik Tok la recolección de vapeadores en varios estados del país. Otra iniciativa de acopio de vapeadores hecha por estudiantes para estudiantes fue realizada por la Universidad Iberoamericana en colaboración con la recicladora “Recicla Electrónicos México” en la Ciudad de México en mayo de 2023. Asimismo, en algunos estados de la República se organizan eventos de acopio de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, tal es el caso de la Ciudad de México con el Reciclatrón.
Otra alternativa es devolverlo a la tienda donde lo hayas comprado. Si de plano no puedes llevarlo a ningún lado, separa con mucho cuidado la pila del vapeador y deposita la pila en un contenedor especial para su reciclaje.
Unos meses después de terminar de investigar todo lo que me encontré acerca de los vapeadores, me volví a reunir con Eloísa en la noche de juegos habitual. Mientras estábamos jugando Pistas Cruzadas, irónicamente una de las palabras que adivinar era “cigarro”, una cosa llevó a la otra y entre adivinanzas y risas, me dijo:
—Por cierto, ¿ya tienes la respuesta a mi pregunta? —me dijo de pronto.
Y sí. La tenía. No era una frase simple ni una solución rápida, sino un mapa de hallazgos, contradicciones y ausencias. Le conté lo que descubrí. Ella escuchó en silencio. Al final, sonrió con un gesto que no supe descifrar del todo.
—No pensé que te tomarías el tiempo para esto —dijo—. Pensé que era una de esas preguntas que se olvidan al día siguiente.
—Yo también lo pensé —le dije—. Pero hay preguntas que no te sueltan. Se quedan ahí, como humo en una habitación cerrada.
Esa noche, al volver a casa, guardé en una caja vacía de té los restos de un viejo cargador, una pila agotada y una boquilla que alguien había dejado olvidada en el jardín. No por limpieza. Tal vez como recordatorio. O como evidencia de que la curiosidad, a veces, es una forma de resistencia.

Para saber más
Si te interesa saber más sobre las consecuencias a la salud puedes leer el siguiente artículo https://vortice.uaem.mx/cigarros-electronicos-aliados-o-enemigos/
Referencias
[1] Instituto de Salud Pública. Secretaría de Salud. (2021). Evidencia actualizada sobre vapeo: un reporte del Repositorio SEAN. https://www.insp.mx/resources/images/stories/2021/docs/210415_reporte_ends_repository.pdf
[2] Thrasher, J. F., Abad-Vivero, E. N., Barrientos-Gutíerrez, I., Pérez-Hernández, R., Reynales-Shigematsu, L. M., Mejía, R., Arillo-Santillán, E., Hernández-Ávila, M., & Sargent, J. D. (2016). Prevalence and Correlates of E-Cigarette Perceptions and Trial among Early Adolescents in Mexico. Journal of Adolescent Health, 58(3), 358–365. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2015.11.008
[3] Ngambo, G., Hanna, E. G., Gannon, J., Marcus, H., Lomazzi, M., & Azari, R. (2023). A scoping review on e-cigarette environmental impacts. Tobacco Prevention and Cessation, 9(October). https://doi.org/10.18332/TPC/172079
[4] Hendlin, Y. H., & Bialous, S. A. (2020). The environmental externalities of tobacco manufacturing: A review of tobacco industry reporting. In Ambio (Vol. 49, Issue 1, pp. 17–34). Springer. https://doi.org/10.1007/s13280-019-01148-3
[5] Li, L., Nguyen, C., Lin, Y., Guo, Y., Fadel, N. A., & Zhu, Y. (2021). Impacts of electronic cigarettes usage on air quality of vape shops and their nearby areas. Science of the Total Environment, 760. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2020.143423
[6] Ali, N., Xavier, J., Engur, M., PV, M., & Bernardino de la Serna, J. (2023). The impact of e-cigarette exposure on different organ systems: A review of recent evidence and future perspectives. In Journal of Hazardous Materials (Vol. 457). Elsevier B.V. https://doi.org/10.1016/j.jhazmat.2023.131828
[7] Hendlin, Y. H. (2018). Alert: Public health implications of electronic cigarette waste. American Journal of Public Health, 108(11), 1489–1490. https://doi.org/10.2105/AJPH.2018.304699
[8] Pourchez, J., Mercier, C., & Forest, V. (2022). From smoking to vaping: a new environmental threat? The Lancet Respiratory Medicine, 10(7), e63–e64. https://doi.org/10.1016/S2213-2600(22)00187-4
[9] Reid, H. T., Fordham, A., Rasha, L., Buckwell, M., Brett, D. J. L., Jervis, R., & Shearing, P. R. (2023). Up in smoke: Considerations for lithium-ion batteries in disposable e-cigarettes. In Joule (Vol. 7, Issue 12). Cell Press. https://doi.org/10.1016/j.joule.2023.11.008
[10] Shamhuyenhanzva, R. M., Muposhi, A., & Hungwe, D. R. (2023). A downstream social norms approach for curtailing e-cigarette waste: Promising social marketing interventions from consumer interactions. Waste Management and Research, 41(7), 1238–1245. https://doi.org/10.1177/0734242X231160083
[11] Green, D. S., Boots, B., Olah-Kovacs, B., & Palma-Diogo, D. (2023). Disposable e-cigarettes and cigarette butts alter the physiology of an aquatic plant Lemna minor (Lemnaceae). Science of the Total Environment, 892. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.164457
[12] Beutel, M. W., Harmon, T. C., Novotny, T. E., Mock, J., Gilmore, M. E., Hart, S. C., Traina, S., Duttagupta, S., Brooks, A., Jerde, C. L., Hoh, E., Van De Werfhorst, L. C., Butsic, V., Wartenberg, A. C., & Holden, P. A. (2021). A review of environmental pollution from the use and disposal of cigarettes and electronic cigarettes: Contaminants, sources, and impacts. Sustainability (Switzerland), 13(23). https://doi.org/10.3390/su132312994
[13] Chung, S. S., Zheng, J. S., Kwong, A. C. S., & Lai, V. W. Y. (2018). Harmful flame retardant found in electronic cigarette aerosol. Journal of Cleaner Production, 171, 10–16. https://doi.org/10.1016/j.jclepro.2017.09.286
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