Mudanzas: cambiar para crecer

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Mudanzas: cambiar para crecer

La Tierra

Mudanzas: cambiar para crecer

En los años ochenta, la canción Mudanzas se convirtió en un himno sobre la fuerza que se necesita para cambiar. Con frases como “limpieza de armario”, “borrar rencores” y “dejar de ser niña para ser mujer”, hablaba de la necesidad de soltar el pasado para abrir espacio a lo nuevo. No era sólo una letra sobre reorganizar la vida, sino una declaración de valentía: cambiar duele, pero también libera.

 

Esa fuerza íntima y poderosa de renovarse atraviesa el mundo natural. Muchos animales viven procesos parecidos cuando mudan su piel, plumas o caparazones; cambiar es, para ellos, la única forma de crecer, protegerse o sobrevivir. En cada proceso de muda hay una historia de transformación, tan radical como la que canta Lupita D’Alessio: “hoy voy a cambiar, salir de dentro de mí”.

 

Para varios animales, la muda es fundamental para su crecimiento, protección y supervivencia. Por ejemplo, algunos mamíferos como los perros, gatos, lobos y zorros experimentan mudas estacionales y pierden parte de su pelaje en otoño para desarrollar un manto más grueso que los proteja del invierno. En primavera se deshacen de ese pelaje para mantenerse frescos durante los meses más cálidos. La renovación llega también a las aves [1]. Este grupo de organismos cambia sus plumas desgastadas, pues afectan su capacidad para volar. Puede ser después de la migración o en preparación para la temporada de apareamiento, lo que mejora su tolerancia a nuevas condiciones climáticas. Los reptiles, como las serpientes, mudan su piel completa varias veces al año, lo cual permite que ésta crezca con ellos, ya que no es tan elástica como la de otros animales. Este proceso facilita el cambio de piel vieja o dañada y favorece el crecimiento. Los anfibios como ranas y sapos cambian la piel regularmente y a menudo la ingieren después de mudarla para recuperar los nutrientes. Las arañas y los escorpiones mudan la capa rígida llamada exosqueleto varias veces a lo largo de su vida, que sostiene su cuerpo y los protege de depredadores.

 

La muda contribuye a que los organismos puedan adaptarse, renovarse y crecer. A medida que un animal incrementa su tamaño, su exoesqueleto se vuelve muy pequeño, por lo que debe mudarlo para poder expandirse y desarrollar uno nuevo. Por ejemplo, los cangrejos mudan su exoesqueleto rígido para crecer [2]. Durante este proceso, estos crustáceos se vuelven vulnerables hasta que el nuevo exoesqueleto se endurece. El cangrejito barranqueño conocido científicamente como Pseudothelphusa dugesi es un crustáceo que vive en las barrancas de Cuernavaca y también pasa por estos cambios de exoesqueleto para poder crecer. Es una especie en peligro de extinción que muda en momentos específicos debido a que su crecimiento está limitado por su caparazón.

Cangrejito barranqueño y su muda (fotografía Meritxell Estrella).
Cangrejito barranqueño y su muda (fotografía Meritxell Estrella).

Hoy debo cambiar

 

La muda en animales que se desprenden totalmente de la capa vieja de piel o de la endurecida se realiza mediante liberación de hormonas que hacen que su piel comience a mudar, a este proceso se le llama ecdisis. Durante la ecdisis los animales se preparan de distintas maneras para liberar su cuerpo y poder crecer. Las serpientes comienzan con una descamación y cambio de color de su piel y ojos. Cuando mudan, estos reptiles frotan su cabeza para poder romper la piel y poder salir de ella. A menudo traban su cuerpo a una parte de una rama para que sea más fácil mudar. En los artrópodos, como las arañas, es distinto, pues necesitan hacerlo por separado: primero se separan de una parte de su cabeza y luego salen por el orificio que les queda. En otros artrópodos, como las cacerolitas de mar, la muda se da en una sola pieza, por lo que es común encontrar exoesqueletos en perfecta forma en zonas donde habitan. Los crustáceos acuáticos como el cangrejito barranqueño absorben agua para ejercer presión y hacer una abertura que les permita salir de sus viejos caparazones y comenzar a endurecer uno nuevo.

Exoesqueletos de Cacerolita de mar (fotografía Meritxell Estrella).
Exoesqueletos de Cacerolita de mar (fotografía Meritxell Estrella).

Limpieza de armario

 

La muda no sirve únicamente para crecer; en reptiles y anfibios favorece al cambio de piel dañada y al desprendimiento de parásitos [3]. La capa vieja de piel se lleva consigo posibles parásitos externos que pudieran estar adheridos. En los escorpiones y las arañas, este cambio es vital para renovar las estructuras del cuerpo que se usan en la defensa y la captura de presas, como los colmillos o las garras. En los crustáceos, la muda les proporciona un nuevo y más resistente caparazón para protegerse de los depredadores.

 

Mudanzas se colocó en la música como un himno sobre la fuerza y resiliencia pues tiene la intensión de enseñar que, aunque los cambios pueden ser riesgosos, a veces son necesarios para crecer. A lo largo de su ciclo de vida, los animales experimentan mudanzas en diferentes formas; la muda es esencial, les permite adaptarse y renovarse para sobrevivir en su entorno. En muchos casos, este proceso se puede ver afectado por diversos factores como la temperatura que reduce o alarga los periodos de muda, los contaminantes que inhiben el desarrollo o los cambios en la intensidad de luz que modifican la frecuencia de la muda y afectan el crecimiento. Por ejemplo, el cangrejito barranqueño en su hábitat natural se encuentra amenazado debido a los desechos vertidos en las barrancas, la introducción de especies depredadoras y la contaminación por luz que deriva del alumbrado público. Estas amenazas pueden modificar sus procesos naturales de muda disminuyendo su crecimiento. En el laboratorio de Acuicultura e Hidrobiología de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos se investiga el efecto de estas amenazas en el cangrejito barranqueño, una especie emblemática de Cuernavaca.

 

Cambiar implica riesgo y fragilidad. Pero también es la única vía para crecer. Como el cangrejito que se desprende de su viejo caparazón aun rodeado de amenazas, como la serpiente que deja atrás su piel opaca, como la voz que canta “hoy voy a cambiar, salir de dentro de mí”, cada muda es una apuesta por la vida. Por eso, más que temerle al cambio, tal vez debamos aprender a reconocerlo como un acto profundo de valentía.

Referencias

 

[1] Newton, I. (2009). Moult and plumage. Ringing and Migration, 24(3), 220–226. doi:10.1080/03078698.2009.9674395

[2] Styrishave, B., Rewitz, K., & Andersen, O. (2004). Frequency of moulting by shore
crabs Carcinus maenas (L.) changes their colour and their success in mating and
physiological performance. Journal of Experimental Marine Biology and Ecology, 313(2),
317–336. doi:10.1016/j.jembe.2004.08.013

[3] Moyer, B. R., Gardiner, D. W., & Clayton, D. H. (2002). Impact of feather molt on
ectoparasites: looks can be deceiving. Oecologia, 131(2), 203–210. doi:10.1007/s00442-
002-0877-9

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Responsable de la última actualización de este número: Roberto Abad, Av. Universidad 1001, Col. Chamilpa, CP 62209.


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