Por Daniel Abisaí Jerez Prieto
Dos tipos vestidos de gris lo condujeron, esposado y a empujones. Lo último que alcancé a vislumbrar fue su espalda cuando lo subieron al Buick negro. Esa fue la última vez que vi al doctor Prometeo, después de haber charlado con él. No pude hacer nada por detenerlos, pues algo se mezclaba entre mis redes neurales impidiéndome el habla y la movilidad, aunque de igual forma no hubiera podido hacer mucho, quizá sólo morir en el intento de salvarlo. Te hablo de los albores del proyecto Fénix, ¿me sigues?