¿Cómo atrapar a un mentiroso a partir de su lenguaje no verbal?

¿Cómo atrapar a un mentiroso a partir de su lenguaje no verbal?

Ser Humano

¿Cómo atrapar a un mentiroso a partir de su lenguaje no verbal?

Conocer el mundo del comportamiento no verbal implicó aprender a diferenciar información que no es del todo confiable, pero sí muuuuy difundida. Si haces una búsqueda rápida en internet con la frase lenguaje no verbal, seguramente encontrarás expresiones como “el cuerpo nunca miente”, “el 70% de lo que comunicamos es no verbal”, o “5 claves para dominar tu lenguaje no verbal”.

 

Con este tipo de contenidos, se podría pensar que el estudio del lenguaje no verbal es sencillo y que éste se domina fácilmente. Sin embargo, en mi propio proceso de aprendizaje descubrí que entrar a este mundo es mucho más complejo de lo que parece y que su relación con la detección de mentiras cada vez es más pantanosa.

 

Posiblemente, antes de aprender a cachar a un mentiroso, tendríamos que hacer una aclaración: ¿qué tiene de lenguaje el lenguaje no verbal? Al parecer, muy poco. Muchos especialistas en el tema [1] aclaran que el término que tendría que usarse –en lugar de lenguaje– es comportamiento o conducta, por dos razones: usualmente en las publicaciones científicas en inglés se utiliza la expresión nonverbal behavior, cuya traducción adecuada sería comportamiento o conducta no verbal; pero sobre todo porque la palabra lenguaje en términos generales se refiere a la capacidad del ser humano para comunicarse con los demás. Ya sea que decidas utilizar lenguaje, comportamiento o conducta, lo que debe quedar claro es que el comportamiento no verbal alude a cualquier acción que un individuo realiza con el cuerpo, excepto hablar. Una vez aclarado esto, entremos a revisar cómo atrapar un mentiroso. ¿Estás listo?

 

Caras vemos, emociones no sabemos

 

Tal vez has escuchado hablar de las expresiones faciales, las posturas corporales o la dirección de la mirada. Estos temas han sido de interés para diferentes especialistas desde hace varios siglos: antropólogos, biólogos, etólogos, psicólogos y sociológicos, por mencionar algunos. Darwin, que es más conocido por El origen de las especies, tiene otros libros igual de importantes en el estudio del comportamiento humano y animal. Uno de ellos es La expresión de las emociones en los animales y en el hombre (1872). En esta obra defendió, desde la teoría de la selección natural, que los humanos y los animales expresamos nuestras emociones de manera similar.

En 1872, Darwin estableció algunas analogías entre las expresiones faciales de los animales y de los humanos. Por ejemplo, un perro que gruñe.
En 1872, Darwin estableció algunas analogías entre las expresiones faciales de los animales y de los humanos. Por ejemplo, un perro que gruñe.

Esto quiere decir que nuestras emociones son el resultado de una serie de decisiones evolutivas que nos ayudaron a sobrevivir y reproducirnos, como la carita que pone el Gato con botas de Shrek cada vez que va a realizar alguna de sus gatadas y logra salirse con la suya, o como el ejemplo que el propio Darwin menciona: “Una vez puse el rostro pegado al grueso cristal de una víbora en el parque zoológico, con la firme intención de no retirarme si la serpiente me atacaba, pero tan pronto como me dio un bufido, mi resolución se deshizo y di un salto hacia atrás” [2].

 

A partir de esta idea, Paul Ekman, entre 1950 y 1960, retomó las propuestas de Darwin y realizó una serie de investigaciones para abordar el estudio del comportamiento no verbal. Empezó estudiando los movimientos del cuerpo y del rostro; después, observó cómo las emociones expresadas con el rostro eran comunes en varias culturas, es decir, la mayoría mueve los mismos músculos del rostro cuando expresa alegría, miedo, sorpresa, asco, tristeza y enojo. En uno de sus experimentos, Ekman [3] afirmó que los japoneses y los estadounidenses mostraban la misma expresión facial cuando se les ponían películas de operaciones quirúrgicas y accidentes.

 

Gran parte de las críticas que recibió de antropólogos, sociólogos y psicólogos fue que muchos de sus participantes de otras culturas pudieron haber aprendido el significado de las expresiones faciales occidentales a partir de películas o programas de televisión, cuya difusión era cada vez mayor. ¿Te has puesto a pensar que cada vez estamos más influenciados por nuestros programas favoritos, no sólo en el terreno de las expresiones faciales, sino también a nivel lingüístico? ¿A qué te remiten las siguientes expresiones?: “¡ay, caramba!”, “no lo sé, Rick, parece falso”, “que la fuerza te acompañe”, “hasta la vista, baby”, “nadaremos, nadaremos, en el mar, el mar, el mar”, “yo soy tu padre”. Al menos reconoces una. 

 

Por lo anterior, Ekman buscó culturas aisladas, que no hubieran visto películas, televisión, revistas, o que no tuvieran ningún contacto con culturas ajenas a la suya. En el camino, se encontró con Carlenton Gajdusek, un neurólogo que trabajaba en lugares aislados de las montañas de Papúa Nueva Guinea, quien le permitió observar horas y horas de videos que Gajdusek había grabado. De esta forma, Ekman empezó a presentar nuevos resultados. Pero no fue sino hasta finales de 1960 y principios de 1970 que este psicólogo estadounidense empezó a realizar aportaciones sobre las microexpresiones y su vinculación con la detección de mentiras.

Este Gato con botas es un personaje que apareció en la película Shrek 2.
Este Gato con botas es un personaje que apareció en la película Shrek 2.

Guiño guiño

 

Para Ekman las microexpresiones son “movimientos faciales muy rápidos que duran menos de una quinta parte de segundo […] y revelan una emoción que la persona trata de ocultar” [3]. Imagina que el profesor de una materia prohibió el uso del celular en su clase. Un día tú recibes un mensaje y decides revisarlo discretamente porque crees que no te está viendo. Pero, ¡oh, sorpresa!, él nota algo sospechoso y te cuestiona. ¿Cómo le ocultarías la información? Posiblemente en el momento en que el maestro te pregunte qué estás haciendo, tú experimentes sorpresa o nerviosismo, pero tratarías de ocultar esta emoción porque podrían bajarte puntos: ¡qué dilema! Ekman menciona que no hay manera de ocultar tus emociones porque siempre es posible que se muestre en tu rostro una microexpresión que revele lo que estás sintiendo en determinado momento.

 

Con esta teoría, Ekman [4] afirmó que podemos detectar mentiras a partir del estudio del comportamiento no verbal, y propuso que las microexpresiones son indicios confiables del engaño. En un principio, este psicólogo se basó en el análisis de grabaciones de pacientes psiquiátricos cuando eran entrevistados. Un caso famoso es el de Mary, una mujer que había intentado suicidarse varias veces; cuando él la cuestionó sobre su estado emocional, ella habló alegremente con la intención de obtener el permiso de ir a su casa y suicidarse.

 

Ekman encontró, al revisar cuadro por cuadro toda la grabación, que los movimientos faciales de Mary mostraban una gran desesperación cuando él le preguntó sobre sus planes a futuro, es decir, identificó que las microexpresiones denotaban fuertes emociones que la paciente intentaba ocultar. Además, se apoyó con la hipótesis del filtraje, la cual sostiene que cuando una persona miente, experimenta emociones que trata de ocultar porque podrían revelar la verdad; no obstante, estas emociones se filtran en el rostro del sujeto por un instante, tal como te pudiera suceder en el caso hipotético de tu profesor que espera una respuesta ante el asunto del celular.

 

Una ligera sonrisa que se vuelve mueca

 

A pesar del trabajo de Ekman, todavía queda mucho que discutir sobre el análisis de las microexpresiones como señales de engaño, pues muchos autores afirman que el engaño puede generar emociones positivas, negativas o, incluso, que las microexpresiones pueden no estar presentes y, por lo tanto, el análisis de éstas no es la mejor forma de determinar cuando una persona oculta la verdad. Además, todavía falta realizar investigaciones serias sobre otros indicadores del comportamiento no verbal que probablemente estén asociados con la detección de mentiras. Hasta ahora se ha plantedo que cuando una persona miente, realiza más movimientos de brazos, manos, dedos, piernas y pies, pero estas observaciones no son concluyentes.

 

También hay que considerar que la detección de mentiras es compleja en sí misma: el mentiroso no es como lo pintan. De aquí que cuando nos ofrecen un taller o un curso en detección de mentiras a partir del lenguaje no verbal sea sencillo verse tentados por el maravilloso canto de las sirenas que nos promete identificar “rápidamente” cuando una persona está mintiendo. Es fácil caer en el error de Otelo, quien creyó que su esposa le había sido infiel sólo porque la vio llorar. Shakespeare escribió una tragedia en la que este personaje que le da nombre a la obra, acusa a su esposa, Desdémona, de haberle sido infiel con Casio, y la amenaza con matarla si no comprueba su fidelidad. Desdémona le pide a su marido que traiga a Casio para probar su propia inocencia enfrente de él, pero Otelo le responde que lo ha asesinado. Como ella se da cuenta de que no podrá aclarar nada, llora, y es este comportamiento el que Otelo toma como prueba de la infidelidad, ¡pero los lectores sabemos que estaba equivocado! En realidad, Desdémona lloraba porque, si Casio estaba muerto, no tenía manera de probar su inocencia y, por lo tanto, moriría a manos de su esposo. Esta idea fue retomada por Ekman para referirse a los errores que una persona puede cometer cuando afirma que alguien está mintiendo sólo porque su comportamiento lo aparenta, pues, como Otelo, es posible que, en ocasiones interpretemos un comportamiento no verbal como un indicador de las mentiras.

 

¿Qué interpretación darías a la aparición del siguiente comportamiento en una conversación?

¿Cómo atrapar a un mentiroso a partir de su lenguaje no verbal?

¡Correcto! Es común encontrar información en la web que nos asegura que tocarse la nariz es un indicio confiable de que alguien está mintiento. Sin embargo, éste y otro tipo de comportamientos no verbales “asociados” a la mentira no poseen sustento sólido, pues no hay señales confiables –como la nariz de Pinocho [5]–. Por esta razón recientemente se ha propuesto que una forma más confiable para identificar cuando una persona está mintiendo es a partir de las palabras o de su discurso. Suena contradictorio con lo antes mencionado, pero aclararemos este punto a continuación.

 

En boca cerrada no entran moscas

 

Como he mencionado, tradicionalmente el estudio de la detección de mentiras se ha abordado desde el comportamiento no verbal. De aquí que exista contenido que nos enseña a identificar a un mentiroso por medio del lenguaje corporal: la postura de Ekman sobre las microexpresiones como indicadores confiables del engaño ha sido la más utilizada. Sin embargo, especialistas como Vrij, Granhag y Porter afirman que las propuestas realizadas por autores como Ekman tienen diferentes limitaciones [6]. La principal es que tanto en el contexto de la mentira como en el de la verdad se experimentan fuertes emociones, como el miedo. Si retomamos el caso del profesor que te pregunta si revisaste el celular, muy probablemente las primeras emociones que experimentes serán miedo o sorpresa, pero que aparezca esta emoción en tu rostro no significa que estés mintiendo. Podrías estar sintiendo estas emociones por otras razones, incluso, por ser “juzgado” como mentiroso sin serlo, tal como le pasó a Desdémona

Otelo, 1890 (litografía), de John Gilbert (1817-97).
Otelo, 1890 (litografía), de John Gilbert (1817-97).

Por estos motivos, varios autores se han preguntado cuál es la forma más acertada para detectar mentiras: ¿el análisis del comportamiento no verbal o el análisis discursivo? Y, al parecer, hoy se ha llegado a un consenso de que la mejor manera de atrapar a un mentiroso es a partir de sus palabras [5, 6 y 7]: el mentiroso por su propia boca muere.

 

Un ejemplo del tipo de investigaciones que se han realizado desde la psicología es el de Hwang, Matsumoto y Sandoval [8]. Ellos –con ayuda del Statement analysis (SCAN), una técnica que busca estudiar las palabras y las estructuras usadas por los hablantes para determinar si están mintiendo– exploraron si la caracterización lingüística planteada por el SCAN tiene la misma validez para sujetos de tres idiomas diferentes: inglés, español y chino. En la prueba experimental, los participantes realizaron una declaración después de haber cometido un crimen simulado para que se estudiaran lo que los autores denominan marcadores lingüísticos de veracidad y mentira, como hacer descripciones específicas, presentar información detallada sobre un hecho, dar información extraña o que no responde a la pregunta planteada, emplear voz pasiva, usar adverbios, o realizar equivocaciones, es decir, utilizar un lenguaje vago y ambiguo que puede usarse intencionalmente para engañar.

 

Los lingüistas –los especialistas en el estudio de las formas de hablar, interactuar o comunicarse con los otros por medio de las palabras–, también han realizado algunas investigaciones para describir cómo hacemos cosas con palabras, cosas como mentir. Picornell [9] ha estudiado la detección de mentiras en declaraciones escritas de testigos y ha propuesto formas de buscar señales de engaño desde las características narrativas de los testigos observando la cantidad de palabras que se utilizan, el tipo de pronombres (primera, segunda y tercera persona) presentes en las narraciones, el uso de las negaciones y el tipo de verbos. Se ha planteado que un discurso veraz por lo regular tiene una mayor cantidad de pronombres en primera persona (yo quiero mentir), en contraste con la segunda y la tercera (tú quieres mentir o él quiere mentir), que aparecen más en discursos falaces[10].

 

Un futuro incierto

 

Aunque el estudio en la detección de mentiras ha sido abordado, siguen muchas preguntas en el aire: ¿la presencia de microexpresiones es un buen indicador del engaño?, ¿qué papel tiene el cuerpo en la detección de mentiras?, ¿la forma en la que hablamos es una señal confiable en la detección de mentiras?, ¿existen indicadores lingüísticos específicos propios del engaño? Sin duda, a partir de los diferentes proyectos realizados en el mundo se tiene una noción más clara sobre la forma de abordar este tema. Pero el hecho de que actualmente se siga trabajando y se desarrollen más investigaciones teóricas, experimentales, etcétera, revela que existe todavía mucho que descubrir.

 

Esta exigencia surge dado que hay varios errores y limitaciones en la detección de mentiras y la evaluación de la veracidad. La idea de que no existe una sola señal del todo confiable para la detección del engaño es la más útil por las propias dificultades del tema. En este sentido, conocer el conjunto de indicadores (palabras, voz, cuerpo, entre otros) resulta la manera más acertada para enfrentarse a este fenómeno, que, como pudiste notar, es maravilloso y complejo.

¿Cómo atrapar a un mentiroso a partir de su lenguaje no verbal?

Referencias

 

[1] López Pérez, R., Gordillo León, F. y Grau Olivares, M. (coords.). (2016). Comportamiento no verbal: más allá de la comunicación y el lenguaje. Madrid: Pirámide.

 

[2] Darwin, C. (1873/1984). La expresión de las emociones en los animales y en el hombre. Madrid: Bolsillo.

 

[3] Ekman, P. (2003/2013). El rostro de las emociones. Qué nos revelan las expresiones faciales. Barcelona: RBA Bolsillo.

 

[4] Ekman, P. (2001/2015). Cómo detectar mentiras. Una guía para utilizar en el trabajo, la política y la pareja. Barcelona: Paidós.

 

[5] Vrij, A. (2018). Deception and truth detection when analyzing nonverbal and verbal cues. Applied Cognitive Psychology, 33(2), 160-167. https://doi.org/10.1002/acp.3457.

 

[6] Vrij, A., Granhag, P. A. y Porter, S. (2010). Pitfalls and Opportunities in Nonverbal and Verbal Lie Detection. Psychological Science in the Public Interest, 11(3), 89-121. https://doi.org/10.1177/1529100610390861.

 

[7] DePaulo et al. (2003). Cues to Deception. Psychological Bulletin, 129(1), 74-118. https://doi.org/10.1037/0033-2909.129.1.74.

 

[8] Hwang, H. C., Matsumoto, D. y Sandoval, V. (2016). Linguistic Cues of Deception Across Multiple Language Groups in a Mock Crime Context. Journal of Investigative Psychology and Offender Profiling, 13, 56-69. https://doi.org/10.1002/jip.1442.

 

[9] Picornell, I. (2013). Cues to deception in a textual narrative context: lying in written witness statements. Tesis. Birmingham: Aston University.

 

[10] Sánchez-Lafuente, A. A., Valencia-García, R. y Cantos Gómez, P. (2012). Detectando la mentira en lenguaje escrito. Procesamiento de Lenguaje Natural, 48, 65-72.

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