Por Eder Talavera
Convengamos una cosa: esto no es una pantalla, mucho menos una página. Es un sueño. Tú eres un punto perdido en el mar de letras y remas entrelíneas para atinar un huequito de paz. Puedes ir al final y quedarte, refrescar los pies chapoteando en la esquina donde nadan vocales y peces de colores. Sólo no perdamos de vista que mientras duermes, tu cerebro libera una tormenta eléctrica y sopla vientos fortísimos a través de las ventanas que hay en tus ojos: es un sueño dentro de otro sueño.