Por Pedro Eduardo Román Taboada
Hace unos días, después de leer hasta la madrugada sobre agujeros negros, tuve un sueño muy extraño. Soñé que me encontraba prisionero en una gran nave espacial que se dirigía al centro de la Vía Láctea, específicamente al agujero negro Sagitario A*. El capitán de la nave quería charlar conmigo. Buenas noticias, pensé.