La lira de Orfeo: el pez dorado, el buzo y el primer retardo

La lira de Orfeo: el pez dorado, el buzo y el primer retardo

Ser Humano

La lira de Orfeo: el pez dorado, el buzo y el primer retardo

28/08/2020

Convengamos una cosa: esto no es una pantalla, mucho menos una página. Es un sueño. Tú eres un punto perdido en el mar de letras y remas entrelíneas para atinar un huequito de paz. Puedes ir al final y quedarte, refrescar los pies chapoteando en la esquina donde nadan vocales y peces de colores. Sólo no perdamos de vista que mientras duermes, tu cerebro libera una tormenta eléctrica y sopla vientos fortísimos a través de las ventanas que hay en tus ojos: es un sueño dentro de otro sueño.

 

Tú eres un buzo. Respiras en un cubo de agua del que emergen burbujas. El objetivo es un pez de aletas doradas que sabe de dónde viene lo que soñamos. Un amigo asegura que esos animales sólo pueden vivir detrás de los arrecifes. Así que bucearemos hasta topar con el cardumen de peces de la Antigua Grecia. Son unos especímenes de Aristóteles, convencidos de que el summum está en el corazón. En ese cofre misterioso, aseguran, vive el espíritu, el pneuma, principio y fin de la existencia.[1],[2]

 

¿Puedes escuchar tu despertador? The heart is a Bloom. Es la primera alarma: 6:00 am. Después de 14 segundos, presionas el teléfono y detienes el sonido. ¿Dónde dejaste el maldito control del aire acondicionado?… Cierras los párpados que pesan como la renta del lugar donde vives. No te preocupes, tú sigue soñando.

 

Es difícil encontrar un pez que tenga la verdad, pero el paisaje es obra del airado Poseidón y será mejor que lo disfrutes. Échale un buen ojo a las medusas, a los caballitos de mar, al pez dragón que pasó junto a ti. Dicen que por estos rumbos hay ballenas que brillan en la noche. Con algo de suerte podrías ver una. Mira bien todo. Puede que no encontremos al pez dorado, pero hay sueños que nunca vuelven.

 

Sólo no perdamos de vista que mientras duermes, tu cerebro libera una tormenta eléctrica y sopla vientos fortísimos a través de las ventanas que hay en tus ojos: es un sueño dentro de otro sueño.

 

Touch me, take me to another place. Segunda llamada: 6:05 am. Dale, campeón. Ya quedó atrás el mar infinito. Levántate. Éste es otro capítulo. No queremos que el vuelo del medio día te abandone. Tienes una charla que está para alucinar al público. Vas a hablarles del montón de apuntes que hay en tu escritorio. Venga, te toca la ventanilla del 14 F y, de todos modos, los otros dos lugares están vacíos. Ya sabes, repliega el asiento y abrocha el cinturón. Mientras dan las indicaciones, puedes repasar las tres hojas que llevas en la mochila:

 

Hoja suelta 1: Melatonina, la hormona clave implicada en el sueño [3-6]

 

Nuestra capacidad para dormir está relacionada con un circuito integral que funciona como una serie de foquitos. Los ojos, la piel, la médula ósea, el cerebelo, el sistema inmune, diferentes glándulas y múltiples tipos de células sintetizan la melatonina en dirección al arbolito navideño: el sistema nervioso, que intercambia la musiquita neuroquímica para emprender el camino al descanso nocturno. La síntesis puede ser estimulada por la luz que penetra la retina (la iluminación azul, por ejemplo, le indica al núcleo supraquiasmático que es hora de abrir los párpados y que toca ir a trabajar; la luz naranja, en cambio, anuncia que es momento de prepararnos para bajar el ritmo de las actividades al interior del organismo, a fin de hacer más accesible la inducción al descanso) o por factores más complicados como la relajación y la rutina. En otras palabras, un cuerpo con las emociones templadas, los ánimos satisfechos y la mente en paz equivale al mejor reporte climático para despegar hacia las nubes oníricas.

 

See the world in green and blue. See China right in front of you. Tercera de cinco: 6:10 am (22 segundos). Nunca sabes cuándo regresará el sueño, así que aprovecha. Pierde cuidado. Sólo no te deslumbres con los devotos de la Acrópolis, admira su resplandor, pero hasta ahí. Tienen ideas sobre la relación entre los fluidos, el sueño y la personalidad: la teoría de los humores. Son unos locos. Algunos creyeron que el sueño podía predecir las enfermedades y los destinos catastróficos. En el primer caso, debes saber que no estaban tan equivocados. El Proyecto PLATINO reveló una relación entre el insomnio y algunos problemas de salud.[6] Pero en este sueño aún estamos en la época de la Academia de Atenas. Por eso es mejor seguir. Hay que volver al bote para atracar en esa isla, donde vive Alcmeón de Crotona, un crustáceo de tenazas blindadas al que le gusta provocar a los pajarracos del siglo.[1] Dice que el pensamiento está en esa masa viscosa que cargamos dentro del cráneo: el cerebro. Puedes suponer que es una deducción fácil, pero, no lo olvides, el contemporáneo de Pitágoras fue el primero en asegurarlo.

 

Hoja suelta 2: Aliados de la hormona que nos permite soñar[7]

 

La visión de Hipócrates superó la barrera del tiempo, al comprender que la salud era el resultado de la interacción entre ambiente, cuerpo, alimentación y persona. Parece sencillo en la actualidad. Pero piensa que en aquel entonces el gobierno consultaba su destino en una bola de cristal (la versión antigua de Google). La terapéutica de Hipócrates era una osadía: la base era el cuidado de las emociones, los alimentos y el descanso.[1,2] Un cuerpo sano es un cuerpo que duerme bien y sueña bien. Ahora sabemos que existe una red compleja de factores biopsicosocioemocionales que tejen el destino: Hipócrates ha de regocijarse bajo el árbol donde dictaba cátedra, toda vez que enunciamos los determinantes sociales de la salud y el comportamiento, como esa red compleja, con la que podemos empezar a entender lo que él sospechaba.

 

La cuarta alarma es la de las 6:15 am. Ésa sí que nos pone en peligro. ¿Por qué no despiertas? ¡Vamos, apúrate o nos dejará el avión!

Fotografía de Engin Akyurt.
Fotografía de Engin Akyurt.

Hoja suelta 3: La higiene del sueño

En efecto, si no duermes bien, tendrías que preguntarte qué tanto cuidas de tu capacidad para descansar. La Asociación Mundial de la Medicina del Sueño recomienda vigilar los aspectos que favorecen la conciliación del acto que ocupa una tercera parte de nuestra vida (insisto, Hipócrates debe brincar de alegría en algún lugar del Olimpo). En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de Medio Camino 201610 reportó la prevalencia nacional de insomnio: casi dos de cada diez compatriotas (18.8%) tienen dificultades para dormir. El problema es que no dormir bien de manera rutinaria (por más de seis meses)[7] afecta la calidad de vida y tiene una relación comprobada con enfermedades diversas y muerte prematura. Además, pasar por alto la cantidad de sueño y el descanso puede generar somnolencia excesiva por las mañanas y con ello incrementar el riesgo de sufrir accidentes de tráfico y laborales[7-10] (sin mencionar la cantidad de ridículos a los que se expone un colega trasnochado).

Esa canción, la de la alarma, es muy buena. Te advierto que llegarás tarde, pero U2 lo vale. It’s a beautiful day (parapa, pam, pam, pam) sky falls, you feel like. Antes que suene el despertador otra vez, alístate para arribar a tu primer día de trabajo. Tus compañeros son un poco diferentes. Tienen la costumbre de celebrar, igual que un cumpleaños, la aparición de una ojera nueva. Compran serpentinas, velas de colores, pastel de chocolate y cantan una canción especial para el quinto, el octavo y el décimo pliegue que descuelga debajo de sus pestañas. ¡Que seas cansado, querido Pepe, que seas cansado infeliz! El coro se escucha desde la calle, pero una vez que llegas al pasillo y abres la puerta corrediza, puedes verlos arrastrando los cachetes y la saliva en sus escritorios. Lo único lindo en aquel lugar es la pecera en el cubículo de atrás. Es un cubo de cristal, con el interior rebosando agua azul, fragancia marina, en la que hay un montón de peces griegos. Allí hay un buzo de plástico del que salen burbujas y a su lado hay un montículo con una palmera que da resguardo a la silueta de un náufrago: es una isla.

–¿Por qué tú no tienes ojeras? –preguntan tus compañeros.

Aunque se sabe que es una tradición heredada, nadie conoce a ciencia cierta cómo empezó la devoción por sufrir la noche y el inquietante recelo por querer dormir durante el día. Estos colegas beben tazas de café todo el tiempo. Lubrican sus ojos con lágrimas artificiales. Con las manos temblorosas saludan a los novatos, no sin inspeccionar la cantidad de arrugas que hay debajo de sus sueños.

–¿No piensas despertar? –pregunta un pulpo de recursos humanos.

Le explicas que es muy difícil pescar especímenes que digan toda la verdad sobre este tema y, por muy milagroso que parezca, el octópodo asiente y murmura que por esta vez te dará chance, que puedes seguir durmiendo, pero, para la siguiente va a proceder con un reporte.

El chiste está en saber cómo librar esos obstáculos que nos impiden dormir: la supervisión en la oficina, el regaño de los jefes o el desempleo; el aseo nocturno en casa (baño, sala, comedor, cocina, trastes, barrer y trapear) o el embargo por la manutención; preparar los uniformes, el desayuno adelantado; pagar la luz, el gas; los amores no correspondidos o los amores rotos. Todo confabula para que el noctámbulo transite hacia la desvelada. No obstante, la higiene del sueño se presenta como un elixir hipocrático que nos invita a cuidar más de esa tercera parte de nuestra vida. Dos horas previas a la búsqueda de la conciliación del sueño, el prospecto de bello durmiente no debe exponerse a fuentes de luz intensa (como la computadora, el celular o el televisor); debe ser cuidadoso de sus alimentos, mientras sean menos pesados y más fáciles de digerir, mayor será la cadencia con la que su alma escuchará el arrullo en la lira de Orfeo; es necesario procurar que el sitio destinado al descanso se libere de objetos que distraigan la atención (por supuesto, descarta la pecera, el escritorio, el libro de los griegos, los aviones de papel y tu libreta).

Olvida la música que activa tu cerebro por las mañanas (para mí, U2 es infalible a la hora de abrir los ojos). Nada de avanzar con los pendientes o estudiar para un examen y mucho menos tratar de resolver problemas a esas horas. Lo único recomendable es elaborar una lista de actividades a cumplir con la salida del sol. La calma, el silencio, la pausa para ti son la mejor manera de asegurar un boleto de primera clase, para volar a un sueño continental y regresar dispuesto a ponerle fin al despertador que no ha parado de sonar desde que comenzaste a leer este texto.

 

La lira de Orfeo: el pez dorado, el buzo y el primer retardo

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Responsable de la última actualización de este número: Roberto Abad, Av. Universidad 1001, Col. Chamilpa, CP 62209.


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